Descripción de la Exposición La pintura del abulense Albano Hernández destila belleza. Desde la belleza del Olvido y desde sus paraísos, Albano traza con destreza las líneas de sus perspectivas y las manchas de color, aunando un conocimiento completo del arte noble de pintar desde un sentimiento dependiente de su padre, el gran pintor Antonio de Ávila. El joven creador impone las manchas de color y va construyendo, desde gamas variadas, edificios y jardines estructurados entre sorprendentes planos y perspectivas. El talento del joven pintor se inscribe entre expresiones del alma que, desde sombras coloreadas y desde la luz vital, rememora la obra de los nabis y de Odilon Redon. La armonía de los colores, visualizada en las pinturas del Monasterio de san Pedro de Alcántara en Arenas, verifica la pasión por las manchas emotivas. La agudeza de los extraordinarios colores se va mostrando en las pérgolas y en las flores revestidas de inquietud y de búsquedas. Las dimensiones irreales gestan la paradoja de lo decorativo y de la abstracción, para recortar y dinamizar los jugosos fondos. Las hojas luminosas, como relieves de seda, determinan los contornos que danzan con nitidez sin empañar los míticos lugares verdes. Las flores imaginadas y los universos de ramas, de ramilletes complicados, se elaboran con sabiduría y sensibilidad, con trazo firme y sugerente como una coreografía coloreada. La articulación de una gran parte de los lienzos tienen un elemento común que, interpretado de diferenciadas formas, se concreta en óvalos y ramas, hojas y notas de color. Se trata de romper las líneas y las perspectivas, una fragmentación de atmósferas que se constituye en nota musical evocadora del expresionismo alemán del grupo del Jinete Azul que, al tiempo, se fusiona con referencias aparentemente decorativas de la pintura japonesa y de las estampas chinas del siglo XVIII. Albano juega con la descontextualización de los símbolos para elaborar objetos poéticos como las mandorlas y los meandros, ríos y almendras, máscaras y frutos, un universo musical agrandado con dibujos y colores que llegan desde las referencias del maestro Arturo Martínez. Los sueños cervantinos construyen la topografía de la plaza de España que, desde la forma y el volumen, permite vertebrar un panorama gris con edificios de densa materia cromática contenida. Ante el realismo mágico, se describen los lugares de la determinación. La alterada luminosidad verifica la intensidad de los colores, naranjas y azules, todos sometidos al sempiterno verde. Los efectos de sugestión, con los matices y texturas, llevan al espectador a los vibrantes tonos, a los planos cromáticos diluidos y a las férreas superficies articuladas desde armónica correspondencia de Albano con la naturaleza. En 'Soledad en el Retiro', el jardín verde y abstracto expresa, desde un punto de vista bajo, la significación del vacío y de las ausencias. Las soledad y el silencio, el infinito y el movimiento, el inmenso vacío, se enriquece desde la emergente intensidad cromática. El sueño de los jardines, con las siluetas del ciprés y de las esculturas, del boj y de las fuentes, traducen una dimensión abstracta y espiritual de la naturaleza envejecida. El color expresivo y el naturalismo mágico, como los sinuosos troncos de las ramas de amplías hojas simbólicas, dan el gran testimonio del gran pintor. Las nubes, el cielo y las aguas, se convierten en parcelas y facetas intensas, piezas dinámicas. La materia se revitaliza y se busca la armonía de los colores ante la Primavera. Las formas de los árboles, como las nubes-hojas, desde la intensidad de materia y del dibujo, permiten ver los ríos blancos con espumas convertidos espejos del alma. En los jardines pintados, ante el acontecimiento de la gran perspectiva, se muestra su capacidad como escenógrafo y como muralistas. Ante los grandes escenarios, Albano agranda su capacidad para crear mundos poéticos, articulando planos dinámicos gestados entre sabias composiciones. En la genial 'Sinfonía con Ciprés', la fuga y los planos se alían con la soledad del ciprés. Albano se convierte en ciprés, en árbol de vida y muerte. Desde un punto de vista lateral, la fuga rápida y la veloz mirada, desde la sinestesia, plasma los distintos espacios articulados con sabiduría. Los recortados escenarios y la vertical incisiva, entre luces que queman el árbol sagrado, proyectan la continuidad y discontinuidad del paisaje simbólico. Las aguas, convertidas en espejos, aglutinan las sombras retratadas sobre su mítico río Adaja. Eduardo Blázquez Mateos Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos
Exposición. 26 nov de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España