Descripción de la Exposición
El paisaje y el espíritu.
En Versalles, en una calle tranquilamente ajena a las aglomeraciones de la Place d'Armes y del château, en cuyo lateral desemboca, se ofrece a la mirada, la cristalera del taller de planta baja de Lluís C. Pericó. Una filigrana en hierro forjado sobre la puerta de entrada al inmueble, nos informa de la edad del mismo: 1790.
Desde la calle, los viandantes que circulan en dirección a la Pièce d'eau des Suisses miran la vitrina, sus pinturas y objetos expuestos. Entran y muchos de ellos experimentan una sensación común de acceder a una forma de intemporalidad. También sucede a menudo que el visitante cree reconocer alguno de los paisajes pintados y aventura una posible ubicación geográfica. Siempre le sorprende descubrir que todos esos paisajes al óleo surgen de, y existen exclusivamente en, el espacio mental de su autor. Proceden pues de su imaginario subjetivo y se sustentan de su memoria emocional y de varias tradiciones pictóricas. No existen realmente nulle part ailleurs.
Dice Maurice Merleau-Ponty en L'OEil et l'Esprit que para reinventar el mundo, la mirada del pintor debe dotarlo de aquello que le falta para ser una pintura y a una pintura de aquello que le falta para ser ella misma. Como una restitución de un cierto impacto del mundo que el ojo, emocionado, ha recibido.
Si pintar es practicar una teoría mágica de la visión, a su aplicación se adhiere Lluís C. Pericó y sostiene que, pintando, lo que realmente importa no es la idea, ni el tema, ni la originalidad, ni jamás la dimensión física externa de la pieza, ni tampoco relato alguno. Lo que importa es la resolución de los aspectos estrictamente plásticos, pictóricos, visuales. Lo demás, si el esfuerzo se salda con éxito, es decir, sin que sea aparente, viene después, por añadidura.
Viéndole pintar comprendemos que pinta paisajes por una querencia especial, aunque podría pintar cualquier otro tema. Todas sus piezas surgen de un magma informal donde él se lanza, a sabiendas de que bajo la capa inicial de color de fondo, sin definición alguna de motivo, yacen sólidas estructuras sobre las que construir la pintura. Conoce su espacio y deja a la mano libertad de movimiento para que una síntesis se opere entre el ojo y la acción del pincel, de la brocha, del trapo, (que el pincel trabaje por y para ti, dice siempre) y paulatinamente un paisaje aparezca donde antes no había nada.
Hoy resulta raro pintar paisajes impunemente. Pero si todo paisaje es un estado espiritual, posiblemente necesitemos de ello más que nunca.
Joanna Bloomfield
(Wapping, Abril 2016)
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España