Durante el 2010 y el 2011 en Colombia no dejaba de llover. Y seguía lloviendo en los periódicos y en los noticieros de televisión. Inundaciones y derrumbes transformaron el paisaje y la gente, tomada por sorpresa, se veía atrapada, sin casa y con el agua al cuello. También el gobierno tomado por sorpresa dejaba ver cómo a los colombianos y a sus dirigentes nos ha costado trabajo salir de un imaginario idílico donde no pasa nada, para ver claramente el cambio climático sobre un territorio vivo, no tan estable ni tan sólido, con ríos que se desbordan y montañas que se derriten sobre las personas y las cosas.

Esteban Peña venía trabajando con aguadas. Manchones de tinta se convertían en retratos de héroes y antihéroes populares. Sin transición comenzó este trabajo, que consiste en usar el acrílico diluido en capas ... sobre capas, sobre un papel que se arruga, que se deja afectar por el agua, esa sustancia que se filtra y transforma la materia. Y consiste también en usar las fotografías del periódico, en este caso el mejor dibujo, porque las fotografías son la evidencia de la transformación fundamental permanente, a veces imperceptible y otras veces violenta, del agua sobre la configuración del planeta.

El trabajo de Esteban Peña ha consistido también en reconocer que 'estamos aquí', en espacios próximos y finitos, en pasar de uno a otro dejándose afectar por las circunstancias, que se convierten en influencias implacables. Y son así, porque lo guían en la dirección donde el azar y lo incomprensible se pueden leer como protagonistas de lo que en el futuro consideraremos historia. Dirá el escritor norteamericano Raymond Carver, 'es el tipo de influencia que no es común y es tan natural como el agua de lluvia'.