Descripción de la Exposición El movimiento Muscular Christianity, que nació en la Inglaterra victoriana y se expandió por el mundo anglosajón, combinaba salud física y moral en preceptos inspirados en el Emilio de Jean-Jacques Rousseau, texto que fundó las bases pedagógicas modernas en el mismo período en el que Jeremy Bentham, el filósofo dedicado a tratar cuestiones éticas, diseñó el panóptico como forma arquitectónica dirigida a ser un centro penitenciario y que, posteriormente, se difundió como prototipo para escuelas y fábricas. La concepción moderna de salud física, mental y moral -que incluso en la actualidad se pone en práctica- se sostiene sobre un modelo de normalidad al cual el deporte, la terapia médica anatómica y psiquiátrica así como los procedimientos correccionales apuntan, mediante la prevención, la rehabilitación y la cura. Para lograr normativizar los cuerpos a los que se ejercita, asiste y controla se debe aplicar una cierta disciplina. Esta sistematización y especialización en el tratamiento, confinamiento, descanso o espectáculo de los cuerpos, ha contribuido al desarrollo de espacios arquitectónicos (hospitales-residencias, prisiones, estadios, hoteles) cuyas estructuras han sido marcadas por una especie de acumulación ordenada de los mismos. Con el paso del tiempo, estas construcciones suelen perder sus funciones, cambiar sus usos y, luego, siendo abandonadas, entrar en una agonía donde el proceso de expoliación se extiende de manera -aparentemente- infinita. Es el caso de las edificaciones que representan las imágenes fijas o en leve movimiento que nos propone Hugo Aveta en este grupo de obras que se expone en las salas 0 y 5 del EAC. Cuando ingresamos a esos edificios en ruinas, que no son evidencias de la muerte de un lugar sino del proceso lento de su deterioro, inmediatamente somos motivados a la proyección de los cuerpos ausentes que pudieron habitarlos, imágenes difusas que transitan, yacen, transpiran, duelen, saltan, gimen, gritan, se agachan, se tocan. Aunque estos estados agónicos no son privativos de este tipo de espacios (también lo sufren, por ejemplo, complejos habitacionales de planes de vivienda estatales o construcciones administrativas de obras sociales, a los que refieren las fotos SEP o Pami), el reclamo de atención que tales ausencias nos hacen allí se vuelve más intenso debido a la situación paradójica de que han sido lugares específicamente dedicados al tratamiento de los cuerpos (lugares representados en obras tales como Hotel Inmigrantes, Panal, Historias clínicas, Sorrento y Soma). Así, también, nos sucede ante la inquietante posibilidad de que una pelota de básquet rebote sola sin cesar -un poltergeist bilocado en la excárcel de Miguelete y en el derruido estadio Cilindro que conecta significativamente esos lugares montevideanos en Soma-: buscamos allí la mano que la golpea, el cuerpo que la conduce y, mentalmente, completamos la imagen del repicar constante que amplifica el sonido de esa agonía. En ese estado agónico, también, persisten en nuestra memoria las imágenes de los desaparecidos, la representación de sus cuerpos al momento del rapto y la tortura (que nos sugiere el video Casa de los conejos); así, la imagen descarnada del que se resiste a terminar el tránsito entre la vida y la muerte, el fantasma que, a diferencia del moribundo que aún se está muriendo corporalmente, está un poco más allá, porque aunque físicamente muerto pervive en ese limbo y regresa al lugar del trauma. Pero ¿qué nos enseñan esos cuerpos ausentes? Nos recuerdan una obligación moral, la de realizar los ritos funerarios a los cuerpos y a los lugares, de erigir los monumentos y las efigies. Nos solicitan que realicemos sus muertes para, entonces, poder reconfigurar sus vidas y hacer memoria e historia de ellos.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España