Descripción de la Exposición
Acción. Una historia provisional de los 90 fija su atención en la escena de la performance en España a lo largo de esa década. Unos años en los que, en una fértil relación intergeneracional, se regresó a las prácticas ya experimentadas por los artistas conceptuales de los 60 y 70 como forma de superar la desmemoria a la que se había abocado una buena parte de la cultura durante la Transición. Gracias a la actividad en facultades de bellas artes, festivales y espacios independientes, se gestó una escena alternativa protagonizada por artistas que compartían su voluntad de alejarse del mercado y de las dinámicas del sistema institucional del arte, entre los que se incluían los museos de nueva creación. Crearon piezas basadas en acciones sencillas a modo de reencuentro entre arte y vida, disolviendo tanto la noción de autoría como las jerarquías frecuentes en el arte. La propia práctica artística y la definición de “acción” fueron sus temas más habituales, a los que se sumaron otros como el azar, lo lúdico, el papel del espectador como activador efectivo y simbólico de la obra. Algunas preocupaciones del momento alimentaron su discurso, como el cuestionamiento de las ideas de productividad y eficiencia -propias del neoliberalismo por entonces triunfante -, la insumisión al servicio militar o el impacto de la pandemia del sida. A su vez, compartieron inquietudes con la música experimental, la escena parateatral y la polipoesía. Escribieron su historia en tiempo real, a través de documentación fotográfica, estudios y diagramas, reflejadas en múltiples publicaciones. Quizá su mayor legado fue el de toda una generación: las intensas relaciones personales que resultaron en redes autogestionadas y autónomas que reclamaban el arte como un espacio de reflexión crítica.
Si la década de 1980 representó en Europa una vuelta al orden, a la reivindicación de cierta formalidad en el arte, a los formatos convencionales de la pintura y la escultura ampliamente aceptados por el mercado, la de 1990 retomó gran parte de las experiencias conceptuales de décadas anteriores. De esta manera, se recuperaron prácticas relacionadas con el cuerpo humano a las que conjuntamente denominamos arte de acción. En España adquirieron aún mayor relevancia, con iniciativas múltiples que han ejercido un inmenso impacto en el arte desde entonces hasta la actualidad. Ese arte de acción se expresó frecuentemente en forma de performances –que acostumbraban a circular en ámbitos muy restringidos, en festivales o encuentros‒ y su expresión más heterogénea, que se ha venido a denominar performatividad.
Es el momento de revisarlas en su conjunto y entender su gran importancia: no solo porque la historia de esos años está aún por escribir, sino porque un buen número de artistas jóvenes beben directamente de ellas, a menudo sin saberlo. También es una ocasión para un replanteamiento de la institución, analizando cada una de las tareas habituales del museo, desde el acto de comisariar hasta la forma de comunicar. La interacción con la audiencia vive una renovación fundamental: el rol del visitante pasa de observador a activador. Todo ello en el marco de una era –prefigurada en la biopolítica de Michel Foucault, en el deconstructivismo de Jacques Derrida o en el pragmatismo de John L. Austin‒ en la que el cuerpo humano se establece otra vez como el lugar por el que transitan un buen número de tensiones emocionales y se reclama la condición política del ser. Somos porque ocupamos un espacio, porque actuamos y somos reconocidos en él.
A través de distintos nodos, Acción recorrerá esta época rastreando algunas de sus obras fundamentales. Además, incluirá documentación y material audiovisual mayoritariamente inédito que recupera aquellas experiencias. El resultado es una exposición densa, con múltiples extensiones históricas y contemporáneas, que ayudará a interpretar de forma mucho más precisa el arte de nuestro tiempo.
Entre la nómina de artistas incluidos en la exposición, destacan Accidents Polipoètics (Rafael Metlikovez y Xavier Theros), Oscar Abril Ascaso, Lluís Alabern, Marcel·lí Antúnez, Arxiu AIRE, Arxiu de l’Associació de Nous Comportaments Artístics (A.N.C.A.), Miquel Baixas, Jordi Benito, Miguel Benlloch, Pedro Bericat, Denys Blacker, Joan Brossa, C-72R (Mònica Buxó, Sònia Buxó y Marta Domínguez) Cabello/Carceller, Joan Casellas, Jordi Cerdà, Circo Interior Bruto (Jesús Acevedo, Belén Cueto, Marta de Gonzalo, Anton Ignorant, Luís Naranjo, Eduardo Navarro, Kamen Nedev, Publio Pérez-Prieto, François Winberg), Club 7 (Joan Casellas, Andrea Dates, Marta Domínguez, Manuel Morales, Xavier Moreno, Andrés Pereiro, Laura Tejeda, Cristina Zabala), Enric Casasses, Nieves Correa, Espacio de Arte Excéntrico (Nel Amaro y Abel Loureda), Nacho Criado, Eduard Escoffet, Pepe Espaliú, Bartolomé Ferrando, Esther Ferrer, Rosa Grau, Carles Hac Mor y Ester Xargay, Juan Hidalgo, Rafael Lamata, Los Rinos (Marcel·lí Antúnez, Sergi Caballero y Pau Nubiola), Artur Lleó, Macromassa (Juan Crek y Víctor Nubla), Merz Mail (Pere Sousa), Xavier Manubens, Daniela Musicco, Pere Noguera, Antonio Ortega, Lucía Peiró, Pere Lluís Pla Boixò, Tere Recarens, Àngels Ribé, Xavier Sabater, Sala Nasa (Xesús Ron, Pepe Sendón, Fran Pérez y Miguel de Lira), Carles Santos y Mariaelena Roqué, Mariano Sanz-Noguera, José Antonio Sarmiento, Superelvis (Anki Toner, Meteo Giráldez, Raimon Aymerich) , Tres, Isidoro Valcárcel Medina, Jaime Vallaure, Veivi Gisus Urkestra (Steven Forster, Lucho Hermosilla, Ariel Reinhart), Albert Vidal, Fefa Vila, Borja Zabala y Zush entre otros.
En “Acción Directa” la presencia de: Jaume Alcalde, Iñaki Álvarez, Pep Aymerich, Joan Baixas, Miquel Baixas, Laia Bedós, Josep Manuel Berenguer, J.M. Calleja, Xavier Canals, Enric Casasses, Victoria Combalía, Ignasi Esteve, Susanna Fernando, Barbara Held, Juan Hidalgo, Mercè Ibarz, Allan Kaprow, Konic Thtr, Dídac P. Lagarriga, Julia Montilla, Andrés Pereiro, Imma Pla, Jordi Pope, Benet Rossell, Joan Simó, Rosa Suñer, Quim Tarrida, Noel Tatú, Alexis Taulé, Carme Torrent, Gustavo Vega, Carme Viñas, Marta Vives.
Organizada por la confederación europea de museos L’Internationale. Con el apoyo del Programa Cultura de la Unión Europea Our Many Europes, programa de la confederación europea de museos "L'Internationale" y cofinanciada por el Programa Europa Creativa de la Unión Europea. Los miembros de L'Internationale (Museum van Hedendaagse Kunst Antwerpen, Moderna Galerija (MG + msum), Ljubljana, Van Abbemuseum, Países Bajos, MACBA, Museu d'Art Contemporani de Barcelona, Muzeum Sztuki Nowoczesnej w Warszawie, SALT Research and programs a Istanbul y Ankara, y el Museo Reina Sofía, Madrid) y sus socios del National College of Art and Design y (NCAD), Dublín y Valand Academy (Gothenburg University) están presentando más de 40 actividades públicas (conferencias, exposiciones, talleres) desde ahora hasta mayo de 2022.
Acción. Una historia provisional de los 90 fija su atención en la escena de la performance en España a lo largo de esa década. Un período de grandes cambios en lo social y lo político en el que, tras certificarse el fin del bloque comunista en Europa, irrumpió el nuevo mundo globalizado, cuyas lógicas siguen prevaleciendo. El campo de la cultura se caracterizó por una creciente institucionalización, como demuestran la inauguración en esos años de un buen número de museos y centros de arte, la consolidación del mercado y la internacionalización, visible en los grandes acontecimientos artísticos que surgían por doquier. En paralelo a esa estructura dominante emergió otra escena, mucho más precaria y frágil, que puso el acento en las relaciones personales y en vínculos emocionales. Empezó a fraguarse en algunas facultades de bellas artes como las de Barcelona, Valencia, Cuenca y Madrid, Valencia y Cuenca y en espacios autogestionados de todo tipo, y tomó todo su impulso en festivales y encuentros de diferente duración y formato. Se empeñó en escribir su propia historia en tiempo real, tanto en publicaciones como en exposiciones. Si hubo un denominador común en todos los trabajos que se generaron fue el de la sencillez: de hecho, casi todo lo que ha pervivido son rastros documentales que nos permiten reconstruir de forma fragmentaria unas acciones de vocación efímera. Algunas de ellas las puede rehacer cualquiera, como si siguiera un libro de instrucciones. Más allá de definir un espacio propio, la acción impregnó toda una forma de hacer, en la que los trabajos artísticos no solo expresan sino que también hacen.
Los años de la Transición habían abogado por una instauración de la democracia que priorizaba la necesidad sobre la razón y que privilegiaba el futuro antes que el análisis del pasado reciente. Esa desmemoria implicó también el arrinconamiento de algunas de las prácticas conceptuales ya experimentadas en los años sesenta y setenta para dar paso a otras más convencionales en lo formal y que, en su celebración de la apariencia, miraban de forma menos crítica la compleja realidad de la época. Sin embargo, a partir de mediados de los ochenta emergió en todo el país una generación que retomó las prácticas conceptuales y el espíritu de Fluxus de artistas como Àngels Ribé, Benet Rossell, Carles Hac Mor, Jordi Benito, Carles Santos, Isidoro Valcárcel Medina, Juan Hidalgo, Esther Ferrer y Nacho Criado al priorizar procesos sobre resultado y al expandir la práctica artística a territorios que no se habían explorado previamente.
La propia definición de acción y los límites del arte fueron su principal tema de reflexión. Gran parte de las piezas planteaban cuestiones a la práctica de la performance como forma de abordar temas más complejos, entre los que destacaba la resistencia a las lógicas de productividad y utilidad tan propias de unos años en los que el capitalismo avanzaba triunfal. La crítica institucional, en un momento en el que el sistema del arte se consolidaba, puso en tela de juicio los mecanismos de validación y muchas de las normas asumidas en la práctica profesional del arte. El recurso a las nociones de azar y lo lúdico sirvió para contrarrestar todo aquello que aparecía planificado y meditado, para dar lugar a la experiencia y la subjetividad. Las jerarquías y roles de cada uno de los agentes involucrados en esta escena se disolvían de forma decidida. La mayoría eran, según el momento, artista, fotógrafo, productor, técnico o, simplemente, público. Así, se reservaba un lugar privilegiado para el espectador como activador simbólico y efectivo de las obras. Otros temas que atravesaban la sociedad de los noventa también emergieron en muchas acciones, como el sida —que por entonces ya presentaba cifras pandémicas—, las cuestiones de género o la insumisión al servicio militar obligatorio.
La escena de la acción dialogó a su vez con otras con las que compartía muchas inquietudes,ideas y espacios. Las experiencias parateatrales, visibles a través del trabajo precursor de Albert Vidal o de colectivos como La Fura dels Baus, fueron una referencia transgresora que repensó el lugar del público. La poesía, como demuestra la trayectoria del dúo Accidents Polipoètics, expandió el territorio de la palabra hacia la acción, la experimentación sonora y la participación del público. De un modo similar, la música de acción y la experimental acompañaron a toda esta generación, recogiendo muchas veces el espíritu de John Cage tanto en su desafío a la noción de virtuosismo como en su búsqueda del silencio.
La exposición:
La exposición se inicia mostrando el enlace de las prácticas de la década de 1970 con los síntomas de cambio que se viven en la segunda mitad de los años ochenta. Así, tras repasar la noción de lo aleatorio o la capacidad de alterar sutilmente la realidad, se introducen los Epítomes de Pere Lluís Pla Buxó, diagramas que releen la historia del arte, o las irónicas piezas de Antonio Ortega, que juegan con la noción de uso del tiempo. El abecé de la performance de Rafael Lamata y Jaime Vallaure repasa en treinta y cinco minutos —que, por cierto, es la duración habitual de muchas de sus performances— sus códigos, lenguajes y estrategias, incluyendo la crítica hacia quienes la convertirían en un espacio estanco y tan poco permeable como las prácticas convencionales que intentaba superar.
La siguiente sala permite comprobar cómo se percibía la escena mientras estaba transcurriendo al reconstruir de forma fiel la exposición Acción directa, organizada por Joan Casellas a partir de su inmenso Arxiu Aire, que había iniciado en 1992. La muestra, que se pudo ver en el marco de la Primavera Fotográfica de 1996 en la antigua sede del Institut del Teatre, recogía imágenes de docenas de artistas y mostraba cómo se vivía aquella escena desde dentro.
Un gran mural realizado por Antonio Gagliano que recoge el devenir de esa década, condensando las experiencias de docenas de festivales y la programación de múltiples iniciativas autogestionadas en todo el país, articula la siguiente sala. En ella se despliega gran parte de las experiencias de la época, desde la Low-Tech Music de Oscar Abril Ascaso a los recorridos por Barcelona de Nieves Correa; desde el trabajo sobrio y contundente de Borja Zabala a la mirada crítica ante quienes ignoran las minorías políticas de Cabello/Carceller. Este itinerario culmina en dos piezas que nos conducen al silencio: el sofisticado trabajo de Tres que camina hacia el vacío más absoluto y la gran instalación de José Antonio Sarmiento compuesta por 180 radios que sintonizan todas las emisoras de la ciudad hasta su total enmudecimiento.
El recorrido finaliza en una sala compartida por tres experiencias diferentes. Tere Recarens, una artista que a lo largo de toda su carrera ha asumido la fusión entre arte y vida, muestra documentación de varios proyectos junto a La gallinita ciega, una pieza que invita a participar al visitante. Las otras dos son sendos colectivos. Los Rinos, formado en Barcelona por Marcel·lí Antúnez, Sergio Caballero y Pau Nubiola, estuvo activo entre 1985 y 1992. Partiendo del grafiti y tras llenar las paredes de la ciudad de sus características dianas, se dedican también a la acción, la música y la edición de una revista, y se convierten en un inclasificable contrapunto de inspiración punk.
El Circo Interior Bruto es un colectivo formado en 1999 en un espacio autogestionado del barrio de Lavapiés de Madrid por una docena de miembros. El proyecto surgió como una respuesta directa a la falta de interioridad, brutalidad y espíritu circense en el arte del momento. Su actividad se expandió a todo tipo de formatos experimentales y se desarrolló en tres ciclos diferenciados: La creación del mundo en once funciones (1999-2001), Mercado de futuros (2001-2003) y Trilogía de la revolución (2004-2005). En 2017 reemprendió la actividad con la creación de Prometeo encadenado (Teatro Pradillo) y Así habló Zaratustra (Matadero Madrid). En la actualidad, el colectivo está formado por Jesús Acevedo, Belén Cueto, Marta de Gonzalo, Rafael Lamata, Publio Pérez Prieto, Rafael Suárez, Jaime Vallaure y François Winberg. En el pasado también fueron miembros Paula Morón, Luis Naranjo, Eduardo Navarro, Kamen Nedev y Teresa del Pozo, además de otros colaboradores puntuales. En la exposición plantean una experiencia en directo, un proceso de creación colectiva en abierto, compartiendo con los espectadores las metodologías y estrategias, que se desarrollará en tres fases: Congreso (19-20 de septiembre), Laboratorio (acción continua en el tiempo, del 21 de septiembre al 5 de febrero de 2021) y Función (6 de febrero).
Finalmente, bajo el título Un compromiso implícito, la exposición Acción. Una historia provisional de los 90 reúne un conjunto de entrevistas a artistas y agentes del momento que nos permite repensar algunas prácticas y actitudes del contexto artístico de los años noventa y situar estas experiencias en relación con el presente. Las entrevistas enfatizan la oralidad como una de las estrategias de preservación más apropiadas para la performance y facilitan un diálogo directo con sus autores para revisar cuáles deberían ser las formas ampliadas de abordar, caso por caso, la preservación y presentación de estas prácticas.
Visitas
Domingos a las 12 h. A cargo de Loli Acebal, historiadora del arte, y Antonio Gagliano, artista.
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