«Ayer tomé mi última hormona. Reviso mis cuadernos donde he ido apuntando durante estos dos meses todo lo que he sentido, todo lo que vivido. Realmente me doy cuenta que contar con palabras, la que ha sido una de las experiencias más difíciles hasta hoy, es realmente complejo. Todo el mes de Septiembre fue un gran trabajo de investigación. Desde primeros acercamientos al barrio de Santa Fé. Hasta visitas a locales, bares y whiskerias vinculadas a la prostitución en todo el barrio y zonas colindantes. Toda esa investigación me llevo a un primer contacto directo con una prostituta transexual y a establecer un vínculo con ella, como hombre en búsqueda de convertir su cuerpo en femenino. Ella, Andrea, la que desde que empezó este viaje conmigo, durante todo el mes de Octubre, se ha definido como “mi madre”. Es curioso como nací de una madre prostituta, y en este proyecto...sin realmente buscar otra madre, acabo con una “postiza”. Andrea me enseñó que hormonas debía tomar y donde comprarlas. Cada cuanto, sus efectos, y trucos como tomármelas con leche tibia para una más rápida hormonización. Ellas, una de mis grandes barreras a saltar durante todo este proceso. El tercer día ya sentía hipersensibilidad en los pezones, calenturas, taquicardias y descomposición. A partir del cuarto día era evidente que el carácter cada vez era más irascible con continuas discusiones con todo mi entorno, y una incapacidad total de frustración. Algo muy complicado en un entorno tan complicado como es Santa Fé y realizando una actividad tan dura como es la prostitución. Soy consciente que mi trastorno de personalidad y mi trastorno obsesivo compulsivo junto con mi hiperactividad no era en absoluto buena combinación con una de las mayores guerras que se han desencadenado en el interior de mi cuerpo hasta ahora. Además a un cuerpo confuso, sensible y perdido le añadí un aprendizaje nada sencillo, como es el ejercicio de una prostituta transexual en la Calle 20 de Santa Fé. Espacio que me asustó desde el primer día que lo vi. Personas sucias, indigencia, drogadicción evidente, y prostitución en todas las esquinas. Calle donde sabía que ni la mayoría de bogotanos se acercaban por miedo a su violencia, robos y peligrosidad. Ese primer día yo era un extranjero perdido en el barrio, pero tenía claro que quería formar parte, y aprender de él y vivir un proceso compartido y de enseñanza interna y personal.»
Abel Azcona
Exposición de la obra "La Calle" de Abel Azcona.
Entrada actualizada el el 31 mar de 2021
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