Descripción de la Exposición
La galería CIBRIÁN se complace en presentar la primera exposición individual en su espacio de José Ramón Amondarain. Este emblemático artista del panorama español pertenece a una generación que ha impulsado un giro importante en la historia del arte a partir de la segunda mitad del siglo XX. Es importante echar la vista atrás para entender el impacto que han tenido, especialmente en la pintura.
Probablemente este giro empezase a principios de los años 80 con el apropiacionismo, un movimiento subestimado en la historia reciente de la pintura, a pesar de que artistas como Sherrie Levine por aquella época ya empezasen a reproducir, con acuarela y a escala reducida, pinturas maestras del modernismo.
Con ese gesto nos enseñó de manera tangible los diferentes estados de la imagen a través de la pintura, cuestionando por supuesto la idea del autor. Las obras de Levine de esta época son a su vez copias, recreaciones (re-enactment), acuarelas y originales. Todos esos estados se encuentran encapsulados en la pintura. Se trata de una transferencia que convierte el contenido en imagen y la imagen en información.
Este cambio en el orden de lectura de la pintura pone al sujeto al mismo nivel que el resto de componentes pictóricos. David Joselit ha articulado este cambio cuando escribió “(…) el gesto abstracto ahora marca la transferencia de información más que la producción de nueva información en sí, que era el territorio reclamado por el expresionismo abstracto.”¹
La posibilidad de considerar dentro del campo de la pintura el sujeto como una información, supuso un cambio radical y José Ramón Amondarain, motivado por la era digital, ha abrazado esta cuestión de forma única y extensa. A partir de ahí la pintura incluyó ampliamente procesos de reproducción, pantallas, imágenes descontextualizadas, borradas o por el contrario repetidas hasta el punto de convertirse en patrones abstractos. Por lo tanto, funciona como una emisora que altera la información de manera única y que se suma a los problemas pictóricos tradicionales como el color, la forma, etc. Estas características que definen la obra de Amondarain, y que se hacen eco de las obras de sus contemporáneos, no son puramente inocentes. Tampoco se puede reducir al término de post-modernismo. Es más bien un enfoque de trabajo dentro de un medio cuya muerte se pronostica cada diez años. Transferir y manipular informaciones, incluso sin importancia, es un gesto con cierta carga política. Las preguntas planteadas por tales manipulaciones superan con creces el campo de la pintura: ¿Quién tiene acceso, tecnológicamente o intelectualmente, a qué? ¿Cuál es la temporalidad y la veracidad a largo plazo de esta información? etc. El artista evoluciona en paralelo a estas cuestiones. A tientas.
José Ramón Amondarain se reafirma con esta muestra en su comprensión de la pintura como un objeto de investigación a desbordar, que puede extenderse más allá de sus propios límites. El espacio expositivo, incluso el propio proceso creativo, también se pueden convertir en recursos para el artista (las temperas de A tientas son un ejemplo de ello). Esta idea de pintura expandida se despliega a través de esculturas e instalaciones enfrentadas. La masa visible que vincula las esculturas sueltas, los candados que parecen guardar el secreto de su propia existencia o la instalación hecha con material industrial y artefactos, es el oleó negro; el aglutinante. Es una materia sucia y contingente ya que se beneficia de una red infinita de representaciones. Un material que, además de contener todas las posibilidades de la pintura, tiene aquí una función física. Puede ser escultura: hueso, cemento… y por supuesto pintura, su función primera. Este doble registro muy presente en esta exposición no es algo anodino. La pintura se infiltra en la realidad confrontando lo que comúnmente es aceptado como la relación entre lo real y su representación.
Es la pintura misma, este último refugio de la mitología de la individualidad que se puede aprovechar para deconstruir la ilusión del presente. Puesto que la pintura está íntimamente relacionada con la ilusión, ¿qué mejor vehículo para la subversión? ²
A tientas alude un modo de conocimiento por contacto que se refleja en el enfoque empírico que José Ramón Amondarain da a la pintura en su relación con el tacto, la percepción háptica; en la cual confía plenamente.
Este enfoque va en contra del empobrecimiento de la experiencia visual que conocemos. Vivimos abrumados con imágenes que nos llegan constantemente antes de que hayamos tomado la decisión de verlas, adoptando una actitud pasiva frente a la multiplicidad de opciones que se ofrecen al espectador en cada momento. Esta alienación de las imágenes sólo puede contrarrestarse abandonando temporalmente el sentido de la vista. En este caso es José Ramón Amondarain, un pintor, quien mide la experiencia táctil para un enriquecimiento de la experiencia estética.
¹ David Joselit, Signal Processing : Abstraction then and now. (ARTFORUM summer 2011).
² Thomas Lawson Last Exit: Painting (1981) p.64 in Thomas Lawson Mining for gold Selected writtings (1979-1996).
Texto : Martin Lahitete