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LA GALERÍA TRAMA abre su temporada artística, en el año de su 20 aniversario, con una exposición que explora la conexión entre dos lenguajes de la cultura; la pintura y el cine.

Las obras de ocho artistas de Galería Trama dialogan en esta muestra con escenas seleccionadas del film, Aita, de José M. de Orbe, exhibido en el MoMA de Nueva York en 2012 y en la Tate Modern de Londres en 2010, tras recibir la Concha de Plata a la mejor fotografía en el Festival de San Sebastián de 2010.

AITA, es una película que la crítica especializada ha definido como un nuevo género fílmico que se mueve a ... caballo entre la ficción, el cine documental y el experimental.

Desde hace tiempo, artistas, galerías, museos y comisarios trabajamos sobre la intersección que hay entre los diversos lenguajes de la creación contemporánea. En esta ocasión, la riqueza del proyecto de José M. de Orbe nos impulsó a plasmar en una muestra lo que inicialmente era solo una intuición:

LA EXPOSICIÓN 8+1 explora las diversas conexiones que 8 artistas, 1 director de cine y la galería hemos ido descubriendo entre determinadas escenas de Aita y ciertas pinturas, que en algún caso eran pre-existentes y en otros han sido realizadas expresamente.

Durante la gestación de esta muestra, tanto José Mª de Orbe, como la galería y los artistas escogidos, hemos vivido cómo iban aflorando afinidades, no solo en el ámbito puramente visual, sino también en el conceptual. Confirmar nuestra intuición inicial ha sido para todos una experiencia muy gratificante.

En palabras del propio José M. de Orbe (San Sebastián, 1958):

'Al provocar un diálogo entre las obras de los artistas de Galería Trama y la película Aita surge la oportunidad de observar estas obras con otra perspectiva diferente. Los pintores y el cineasta no nos conocíamos previamente ni conocíamos nuestras obras y sin embargo, las resonancias entre ellas son evidentes. Cada uno de nosotros despliega en el lienzo o en la pantalla un entramado de signos propios, pero todos convergen en al menos un gran tema en común: El paso del tiempo y su huella estética. A partir de esta premisa surge una tarea apasionante de observación que permite recrearse en la diversidad técnica, en la particularidad de cada mirada y en los rastros profundos de personalidad que cada artista vamos dejando de forma más o menos consciente en cada una de nuestras obras. En la observación de estas particularidades y en la constatación de lo que tenemos en común, surge una nueva mirada, compleja y enriquecedora, que aporta nuevos matices en la contemplación de las formas expresivas'.