Descripción de la Exposición No cabe duda de que Marina Abramovic es una artista fundamental para entender lo que ha ocurrido en el mundo del arte en las últimas tres décadas del s.XX. En su obra se pueden encontrar esas cuestiones clave que aún hoy siguen recorriendo y modelando las prácticas artísticas contemporáneas. Sus primeras propuestas a comienzos de los años setenta marcaron un claro punto de partida. Ya entonces se hizo evidente que la acción viva se convertiría en el corazón de su obra. Sola, y la mayoría de las veces desnuda, creó una imagen de sí misma que tenía algo de heroico y libertador, pero también de primigenio. Y es que estos primeros trabajos eran en muchos sentidos intentos de llevar su cuerpo a algo así como a un ?punto cero?. Como si de una rutina higiénica se tratara, Marina Abramovic creó situaciones en las que el cuerpo era llevado a sus límites haciendo que las restricciones, los lugares comunes y, en fin, las estrategias de representación tradicionales establecidas en el mundo del arte, se vieran canceladas o reducidas al mínimo. A partir de entonces, en la obra de Marina Abramovic la representación estaría siempre ligada a la exploración del cuerpo no solo como imagen sino, sobre todo, como un estado de consciencia. A partir de 1976 y hasta 1988, su obra está ligada característicamente a su compañero Ulay. La presencia de una pareja, de otro cuerpo, le permite poner en cuestión de una forma más radical los límites individuales que impone la figura solitaria del sujeto moderno. Los estados de consciencia no cotidianos unidos a la posibilidad del encuentro con el otro, les llevan a crear lo que hoy podemos llamar ?obras maestras? del arte de acción como ?Talking about similarity? (1976), ?Imponderabilia? (1977) o ?Balance proof? (1977). Es también en este tiempo cuando el uso de la fotografía, el cine y el video se integran definitivamente en sus procesos de creación. De esta forma, los medios de reproducción masiva, dejan de ser un mero medio de ?documentación? que, de alguna manera, traiciona el ser efímero de lo viviente, y se convierten en parte de la obra. Así, paradójicamente, desde entonces, sus procesos de creación de acciones vivas están indisolublemente ligados a la producción de imágenes, haciendo que la obra misma disuelva sus límites y fluctúe entre la reproducción y lo viviente. El punto final de este periodo lo pone una de sus más bellas obras, ?The Lovers? (1988) en la que ella y Ulay caminan 90 días por la Gran Muralla China en sentidos opuestos y partiendo de extremos también opuestos. El encuentro que tuvo lugar después de caminar más de 2000 km. marcó la separación de Ulay y el comienzo de un nuevo periodo en la obra de Marina Abramovic. Durante la década de los noventa el teatro se convierte en un tema central en sus investigaciones. Proyectos como ?The Biography? (iniciado en Madrid en 1992) le permiten trabajar para una estructura de representación tan rígida y tradicional como el teatro. Pero, como quizás no podía ser de otro modo, en sus manos el teatro se convierte en otra cosa. En primer lugar el teatro aparece como un espacio para la memoria. Es en este momento cuando Marina Abramovic comienza a revisar toda su obra realizada hasta entonces intentando mostrar al público un todo. De alguna forma, el teatro le permite ?repasar? y, al hacerlo, construir una nueva obra: no se trata de eludir el paso del tiempo, sino de hacer de la memoria una nueva obra. En segundo lugar, el teatro deviene en un aparato que sirve para actuar sobre el cuerpo de los espectadores. Hasta entonces sus obras estaban centradas en lo que ocurría en su propio cuerpo y en el de Ulay. Sus cuerpos eran el lugar en el que ocurría la obra mientras que los espectadores asistían al evento permaneciendo inevitablemente excluidos del mismo. El teatro ofrece la posibilidad de incluir los cuerpos de los espectadores en ese suceder de la obra. Por eso, la llegada al teatro de Marina Abramovic no tiene nada que ver con una sumisión a lo visual, con un abandono de la exploración de los límites del cuerpo. Todo lo contrario, el teatro se convierte en el modo de expandir la experiencia artística y de implicar los diversos estados de consciencia posibles de los espectadores en el suceder de la obra. Este último aspecto de lo teatral es lo que ha dado pie en los últimos años a sus recientes investigaciones en el ámbito de la instalación. Conjugando de nuevo lo viviente y la reproducción, Marina Abramovic recupera en la instalación la posibilidad misma de la catarsis teatral. ?Eight Lessons on Emptiness with a Happy End? que ahora se presenta en el Teatro de la Laboral, es un claro ejemplo de cómo las imágenes pueden servir para crear entornos que los espectadores pueden penetrar y habitar. Los vídeos o las fotografías no son, en ningún sentido, documentos que imponen una distancia entre la obra y el espectador. Son, más bien, invitaciones a expandir ciertas capacidades sensuales y anímicas. Y es ahí, al ofrecer la posibilidad de experiencia directa, donde aparece la sorprendente dimensión de lo político.
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España