Descripción de la Exposición
La galería Espacio Mínimo presenta la quinta exposición individual del artista MANU ARREGUI donde nos presenta la serie completa 25 Figuras de Lamento y Restitución, cuyo adelanto pudo verse durante su participación en ARCO Madrid 2024, y que da título a la muestra.
La nueva serie de Manu Arregui “25 Figuras de Lamento y Restitución” (2024), se presenta en la planta superior de la galería. En ella muestra un conjunto de composiciones escultóricas que se materializan en impresiones bi y tridimensionales, creando un espacio de diálogo entre cuerpos paralelepípedos, modelados ornamentales y fragmentos fotográficos. Arregui recurre a formas geométricas en L, referenciando al icónico Untitled (L-Beams) de Robert Morris (1965), pero lo que en Morris pretendía ser una negación de lo antropomórfico —la geometría como pureza tautológica— aquí es permeado por el cuerpo: performers que irrumpen en el espacio de la abstracción. Al yuxtaponer las estructuras minimalistas a molduras ornamentales y fotografías de la historia de la danza, el artista desafía el dogma del minimalismo radical, revelando las paradojas internas de su propia negación del cuerpo y de la representación: lo que se había planteado como un rechazo a la antropomorfización, ahora se transforma en un espacio donde lo humano reaparece de manera subversiva.
Las fotografías empleadas abarcan un arco temporal que va desde las primeras décadas del siglo XX y se interrumpen hasta los años setenta, justo antes y después de los conflictos bélicos que transformaron las concepciones sociales de la masculinidad. El cuerpo masculino, bajo el peso de la guerra, se convierte en un objeto de producción social; el minimalismo —y su correlato, el arte tautológico— se entiende entonces no solo como una reacción formal, sino como una manifestación material de la negación del cuerpo afectado por estas transformaciones históricas. La tensión que Arregui genera entre la danza y la abstracción geométrica sugiere que el gesto coreográfico es, al igual que las formas escultóricas, una construcción cultural que participa en la reproducción de subjetividades.
Las composiciones revelan una voluntad expresiva que conecta directamente con las humanidades y, como promete su título, nos recuerdan que el arte tiene el poder de reconstituir nuestra conciencia existencial. Cada uno de los dispositivos que conforman esta serie está acompañado por un subtítulo que multiplica las conexiones entre los elementos visuales: “Perifollos de la abyección y la vergüenza”, “El gesto funcional como un pretexto, la ornamentación del gesto dramatizado”, “Algoritmos para evaluar tu apego a la vida”, “Resignificar la autenticidad humana en un entorno maquinizado”, son algunos de los veinticinco epígrafes que completan el conjunto, proponiendo un análisis múltiple de los elementos visuales y sus resonancias semánticas.
En la planta inferior encontramos la instalación de vídeo de dos canales “Ángulos rectos” (2021), donde las formas escultóricas en L de Morris son amplificadas hasta lo arquitectónico, desdibujando los límites entre la escultura y la construcción. La obra alterna entre registros fotorrealistas que simulan una ejecución tangible y renders esquemáticos que exponen la naturaleza virtual de la representación. Los personajes —una mujer y un hombre— ejecutan movimientos coreográficos fragmentados, provenientes de espectáculos degradados de las décadas de los setenta y ochenta, con una estética camp que burla la monumentalidad de la escultura minimalista. Este gesto paródico funciona como un ataque a la pomposidad heteropatriarcal que ha dominado la narrativa del minimalismo.
Finalmente, la exposición se completa con “Dating App” (2017-2024), un proyecto escultórico que lleva al extremo la lógica de la digitalización. Aquí, el dispositivo tecnológico —un Smartphone o Tablet— se convierte en una construcción donde fragmentos anatómicos seccionados son dispuestos en celdas estancas, creando una versión tridimensional de la cuadrícula de una aplicación de citas. Lo que debería ser un espacio de interacción emocional —el mundo volátil de las relaciones en la era post-Internet— se petrifica en la frialdad del material cerámico y la resina fotosensible, convirtiendo el deseo en un remanente rígido de nuestra era digital. Arregui subraya el carácter inexorable de estas aplicaciones en las dinámicas afectivas del colectivo LGTBIQ+, pero también critica su reproducción de los esquemas capitalistas normativos, que persiguen la homogeneización y la vigilancia de los cuerpos.
El uso de diversos soportes —impresión sobre papel, vídeo, alabastro, resinas y compuestos cerámicos de mecanización e impresión 3D— nos plantea una reflexión adicional sobre la relación entre el arte y la tecnología. Si el minimalismo se definía por su inmediatez material, Arregui extiende esta concepción al territorio virtual: el arte ya no es solo objeto, sino también proceso y simulación, una suerte de materialismo digital que nos obliga a repensar el concepto de presencia en la era postdigital.
Al desvelar las relaciones de poder que han atravesado la historia del arte, el artista confronta de manera incisiva las dualidades impuestas: geometría vs ornamentación, funcionalidad vs superficialidad, masculinidad contra feminidad. Estas oposiciones, profundamente arraigadas en la epistemología del arte occidental, han configurado no solo la producción artística sino también las estructuras mismas del poder simbólico. La geometría, con su pretensión de racionalidad y profundidad, ha sido tradicionalmente asociada a lo masculino y al dominio sobre el espacio, mientras que la ornamentación, relegada a la periferia de lo superficial, ha quedado atada a lo femenino y lo decorativo. Manu Arregui subvierte esta dicotomía al revelar que lo que aparenta ser un juego de formas puras y tautológicas es, en realidad, una escena donde el poder, el cuerpo y el género se despliegan de manera subterránea. Al recuperar la ornamentación y reinyectar lo geométrico con una expresividad corporal, sus composiciones abren grietas en las narrativas de supremacía racionalista, proponiendo una lectura que recupera el cuerpo —y lo queer— como una fuerza disruptiva frente a los mecanismos normalizadores de la tradición artística.
Acompañando a la exposición, se presenta el libro “25 Figuras de Lamento y Restitución + 3 Dating Apps”.