Descripción de la Exposición
Después de varias ocasiones en las que la Colección se ha presentado siguiendo criterios ortodoxos, ya fueran cronológicos o estilísticos, proponemos esta nueva lectura, hipotética y en clave futurista. Un ejercicio de imaginación que pretende extraer de las obras nuevos significados, los que aparecen si las miramos desde una cierta distancia cultural. O temporal.
La crisis climática, cuyas primeras manifestaciones ya percibimos, tendrá graves consecuencias tanto en el medio natural como en la especie humana. Científicos y dirigentes políticos han fijado el horizonte de sus previsiones en el año 2100. Para esa fecha y con el objetivo de evitar una previsible catástrofe civilizatoria, el Acuerdo de París de 2015 estableció un plan de acción mundial para limitar el calentamiento global por debajo de 2 ºC. Conseguirlo implicará una profunda transformación de nuestro modo de vida. A día de hoy no tenemos certeza alguna de conseguirlo. Al conjunto de importantes fenómenos socioeconómicos, culturales y naturales que van a tener lugar, resultado tanto del Cambio Climático como de su contención, podemos llamarlo, con un eufemismo genérico, El Acontecimiento.
2120. La Colección después del Acontecimiento es una selección de obras de la Colección Arte Contemporáneo, con sede en el Museo Patio Herreriano, realizada por el historiador José María Parreño, que ha buceado en los fondos de la que es considerada una de las más colecciones relevantes de España. La exposición nos sitúa casi exactamente en el escenario de todas esas proyecciones. Con un optimismo al que no podemos renunciar, pensamos que en esa fecha será posible y tendrá sentido mostrar, como un evento del mayor interés, esta extraordinaria colección de arte español.
Así pues, invitamos a los espectadores a trasladarse al año 2120 y mirar desde allí, retrospectivamente, las manifestaciones artísticas del siglo XX y los albores del XXI. Las encontrará ordenadas y presentadas con criterios que pertenecen a una cultura futura, distinta de la nuestra, con otros valores y otras preocupaciones. Así solemos ver nosotros las obras de arte de épocas anteriores, a través de nuestra concepción del mundo, que muchas veces les asigna un significado diferente a aquél con que fueron creadas.
La llamaron Humanidad
La dignidad de un rostro - El cuerpo presente - Usos y vínculos sociales
De 1900 a 2000, la población mundial pasó de 1.300 a 6.100 millones. Considerado el centro del universo, su dueño y señor, el ser humano ocupa el papel principal en la cultura, el arte y las representaciones. El rostro, emblema del cuerpo y sinónimo de identidad, fue un tema frecuente en pintura y escultura hasta mediados del siglo XX y luego empezaría a escasear. Cuerpo y rostro, antes de la expansión de la genética estética y de los correctores automáticos de rasgos, eran genuinos y tradicionalmente se les consideraban expresión de la personalidad.
Como podremos ver, la socialización se realizaba personalmente (y mediante correspondencia y telefonía analógicas). Los lugares de interacción eran la familia clásica cisheteropatriarcal, los centros educativos y de trabajo, los desplazamientos…
Se mantenían valores humanistas de apoyo y solidaridad, vehiculados también por el arte. Se produjo un desarrollo sin precedentes en el reconocimiento y defensa de los derechos humanos, destacando el final del dominio sobre colonizados, racializados y mujeres. Sin embargo, en el siglo XX acaecieron más de un centenar de guerras convencionales, que provocaron alrededor de 110 millones de víctimas, 65 millones sólo en la denominada Segunda Guerra Mundial. En España, entre 1900 y 2000, la población aumentó de 18 a 41 millones de habitantes. La llamada guerra civil causó 700.000 muertes (2,8 % de la población). Pero la paz podía ser igualmente destructiva. Entre 2003 y 2018, periodo en que la recogida de datos es fiable, en nuestro país se produjeron 1.000 muertes por violencia de género, 42.200 por accidentes de tráfico y 800.000 por enfermedades asociadas al consumo de un producto cuya venta era monopolio del estado.
Souvenirs de la Tierra
Aguas - Horizontes - Animales con vida - Lo orgánico es sexy
La destrucción del medio natural debida a la actividad humana sufrió una brutal aceleración desde 1950. En lo que quedaba de siglo, por ejemplo, en América del Norte desaparecieron 2.900 millones de pájaros. En España, entre los años 2000 y 2019, 95 millones, 15 de ellos golondrinas. Una muestra de lo que podría ser en pocos años más la Sexta Extinción, que rompería la malla de relaciones que sostiene la vida. El proceso universal de desplazamiento del campo a la ciudad y la proliferación de la tecnología, fueron lenta pero inexorablemente extrañando al ser humano de su condición natural. Sin embargo, la naturaleza siguió idealizada como depositaria de valores como la salud y la belleza y, ciertamente, sus fenómenos y elementos estaban profundamente entrelazados en el lenguaje y la simbología. La naturaleza quedaría pues arrinconada en zoológicos y parques naturales y celebrada en las artes. A finales del siglo se empezaron a reconocer ciertos derechos animales, iniciando el proceso que llevaría a la legislación actual. En 2015, el peso de los seres humanos y sus animales domésticos representaba el 96% del peso total de la vida animal y sólo el 4 % restante era salvaje.
Un elemento como el agua, recurso básico para la vida y símbolo de vigencia universal, se repite una y otra vez en las representaciones, o bien como homenaje o bien como estrategia compensadora ante su progresiva escasez. Otro tanto sucede con el horizonte, que aparece en una proporción que sugiere una importancia de la que carece para nosotros.
La fascinación por las formas orgánicas y por la pervivencia de patrones idénticos en los diferentes órdenes naturales, muestra afinidad y acaso una veneración inconsciente por los rasgos de lo vivo.
Antes del Acontecimiento
Fenómenos extremos – Masas y bajas - Metrópolis
A comienzos de siglo XX vivía en ciudades el 13 % de la población mundial, mientras que en el año 2000 esa cifra alcanzaba el 49 %. Con 29,4 millones de habitantes, Tokio era entonces la ciudad más poblada. El desplazamiento desde las áreas rurales fue consecuencia de la industrialización, pero durante la mayor parte del siglo el imaginario social las identificaba con el progreso y la libertad personales. Sin embargo, el hacinamiento, el tráfico y la contaminación, añadidos a la pobre planificación urbanística dieron lugar a una crisis del modelo de ciudad. Al margen de las guerras, dirigidas por profesionales, fue en las ciudades donde se desarrollaron las insurrecciones, la violencia política y los ataques terroristas. La desigualdad, la glorificación de la violencia como entretenimiento, el descrédito de los valores comunitarios, la ilegalidad del tráfico de drogas o la creciente presión migratoria agravaron la situación.
La naturaleza, que parecía estar definitivamente dominada, empezó a manifestarse a finales del siglo con una virulencia que obligó a recordar que dependemos absolutamente de ella. Su causa última, el calentamiento global producido por la actividad humana, había sido dada a conocer al público en 1988. El primer acuerdo internacional para su control, la Cumbre de la Tierra, tuvo lugar en 1992 y es el remoto antecedente de la gran transformación en todos los órdenes que separa nuestro siglo de todos los anteriores.
A comienzos del siglo XXI, la consolidada creencia en el progreso indefinido de la civilización empieza a ponerse en cuestión como no había sucedido en toda la Edad Moderna.
Vieja cultura moderna
Dispositivos predigitales - Ventanas -Voyeurismo - Madera, materia madre
El libro y la escritura se consideran los vehículos proverbiales de creación y transmisión de la cultura moderna. La letra impresa ostentaba una autoridad indiscutible. Los sucesivos movimientos disidentes (dadá, revolución cultural china, contraculturas del 68, punk) fueron con el tiempo absorbidos por el mercado como marcas.
En la pintura, el cobijo y el confort en un nivel que nunca antes había gozado la especie humana, se plasmó en habitaciones marcadamente separadas del exterior. La ventana, el marco y en ocasiones la cuadrícula, acotan y racionalizan la mirada hacia el entorno, emblematizando un entendimiento no complejo de la realidad, deficiente en comparación con las estructuras disipativas hoy en uso.
La visualidad ha sido el medio de conocimiento del mundo por excelencia. También de su dominio desde una perspectiva colonizadora y patriarcal. No puede por menos que resultar llamativo el hecho de que la totalidad de los desnudos de la colección sean femeninos y que todos hayan sido realizados por varones.
Merece una mención especial la presencia de varias obras realizadas en madera. Hay ue tener en cuenta que antes de la Prohibición y durante cientos de siglos, la madera fue sobreabundante y su uso indiscriminado. Su misma etimología la remite al término latino materia, pues en efecto, lo fue por excelencia desde el principio mismo de la civilización.
La era eléctrica
Máquinas veloces - El arte del Antropoceno
El formidable desarrollo de la sociedad industrial arrancó con mano de obra esclava y luego con un proletariado explotado sin distinción de sexo ni edad. Pero despegó finalmente gracias a los combustibles fósiles, cuyas prestaciones energéticas multiplicaban la capacidad humana para transformar el mundo. Por tanto, no es de extrañar que ya los primeros movimientos artísticos del siglo XX, como el futurismo italiano o el constructivismo soviético elogiaran la máquina y se deleitaran con la velocidad, sintetizando el imaginario social característico del periodo. Lo paradójico fue que la utilización masiva y continuada de dichos combustibles terminó por crear las condiciones del colapso de la civilización que habían ayudado a crear. La industria, el transporte, la agricultura y la ganadería industriales incrementaron sin descanso el consumo energético. Si desde 1750 hasta comienzos del siglo XXI se habían emitido 1.578 gigatoneladas de CO2, desde 1946 se emitieron 1.376, el 87 % del total. Sin embargo, no todos los países contaminaron por igual: a finales del siglo XX, un 20 % de la población consumía el 80% de los recursos y era responsable del 75% de las emisiones.
Los analistas se vieron en la necesidad de manejar un término para señalar el impacto trastornador de la Humanidad sobre la totalidad el planeta. A esto alude el llamado Antropoceno, cuyo inicio suele fijarse en 1945, cuando se detonó la primera bomba atómica y sus isótopos radioactivos se extendieron indeleblemente por la atmósfera. Las obras que se presentan atrevidamente como propias de esta nueva era son precisamente ejercicios de un virtuosismo técnico que hace gala de un uso sin restricciones de la electricidad y los materiales propios de la industria pesada.
José María Parreño
Comisario de la exposición
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España