Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Un paisaje A quien leyere le propongo un ejercicio: cerremos los ojos para situarnos en el siglo V antes de nuestra era, en un lugar protegido de los vientos del norte, en un espacio, no muy grande, al amparo de la Sierra de Santa Bárbara, allá por donde hoy confluyen las provincias de Albacete, de Murcia, de Alicante, a un tiro de piedra de la alicantina Villena, en el camino entre la meseta y el sureste, donde el Corredor de Almansa se acerca a la cuenca del Vinalopó, que casi la roza, allá donde una cierva erguida (Museo de Albacete) sobre un pilar (Centro de Interpretación de Caudete) se atreve a aventurar el arte del siglo XX, el de Picasso y el del cubismo, y donde poco después, una dama (Museo de Villena) se protegía con los amplios pliegues de su manto y su velo, quizás al amparo del frío o, quizás, de miradas no deseadas. Tanta belleza plástica encierra la cierva, hoy blanca pero antaño pintada, que su recuerdo no puede por menos que empujarnos a ser transportadas por ella para recorrer, aun imaginariamente, un lugar, unas gentes, una inquietud. Porque evocar Caudete es también recordar unas historias legendarias, no escritas, tal vez intuidas, tal vez todavía escondidas bajo los terrones de sus campos, perdidas entre el rastreo de los íberos, entre alquerías y conquistadores, entre murallas, bajo la cúpula azul de la iglesia de Santa Catalina, entre los azulejos de sus calles que son coloristas retablitos de gentes piadosas, también es perderse entre comparsas de moros y cristianos, por igual de irreverentes unos con otros, por igual de exuberantes unos y otros, hoy fiesta lúdica, popular, participativa. Caudete como lugar casi de frontera, que fue de Onteniente, que fue de Villena, que es de Albacete, pero que es suyo, es castellano-manchego hoy, fue levantino, participa de ambos territorios, atrapando aquí y allá lo de unos, lo de otros. Tal vez porque fue lugar en un milenario camino, porque hoy es horizonte en otro desde la autovía entre Madrid y Alicante, es siempre dinámico, no quieto, no estático. Unos hombres Evocar Caudete es recordar a sus hombres, en estas páginas a dos que nacieron en el mismo lugar pero en distinto tiempo, a dos hombres que se dejaron subyugar por los pinceles, por el agua, por la luz, por la pintura a la acuarela. Permítanme que los recuerde aunque solo sea brevemente, porque los pinceles fueron los suyos y estas letras no serán sino una torpe imitación. El que primero nació fue Cosme Algarra y Hurtado, en 1816, profesor de dibujo en Madrid, con estancias en París y Londres, diseñador de escenografías teatrales, comprometido con el gobierno del Sexenio revolucionario y con el Ministro Ruiz Zorrilla al que retrató (Museo de Albacete) y, en esos años, Director del Museo Nacional de la Trinidad, en 1870 fusionado con el Museo del Prado. Si Cosme Algarra vivió durante una parte importante del siglo XIX Rafael Requena lo hizo en el XX (1932-2003). Sería injusto decir que cambió los horizontes caudetanos por los de Madrid, donde trabajó, porque siempre volvía a su casa de Caudete, le gustaba mirar y reposar en el sureste de Albacete, léase Caudete, después de repartir enseñanzas entre el instituto y la universidad. Algarra bebió del paisaje en Londres, Requena lo hizo esencialmente entre la Meseta y el mar, su mirada fue abierta hacia los campos y hacia las luces, hacia las calles y hacia los cielos cerrados de nubes. A sus reconocimientos como acuarelista se suma otro, el de haber despertado el interés por las artes plásticas en Caudete, aunque posiblemente no le costara mucho, sus habitantes se reconocían ya antes en los retablitos de las calles. Sí es cierto que a él se le debe la donación que hizo posible el Museo de la Acuarela, el de Caudete, en él estuvo siempre el sueño de llevar nuevamente a Cosme Algarra a través de una exposición en su tierra natal, también el de acoger ahí, aunque fuera en tránsito, a muchos acuarelistas, y pensó la creación de un certamen cuyo guante supo recoger Vicente Sánchez Mira, Alcalde. Un patrocinio Han pasado diez convocatorias desde el I Certamen Nacional de Acuarela 'Villa de Caudete'. La convocatoria se ha mantenido firme frente a agoreros, escépticos, lluvias y sequías, porque el Ayuntamiento siempre ha empujado esta modalidad muy específica, 'solo para acuarelistas', y eso, aparentemente, restringe el mercado, es como decir 'solo para unos pocos', lo que ocurre es que esos pocos siguen siendo muchos, en muchos lugares, en muchas geografías, también en Caudete. Los premios de artes pláticas aúnan muchas bondades, la primera es la promoción de las artes a distintos niveles. El artista se enfrenta al reto de ser juzgado entre otras muchas personas -en Caudete en 2009 participaron nada menos que 108 obras-, de ser comparado, escudriñado, analizado, sometido al ojo crítico del jurado, también a los gustos personales, le queda a veces el triunfo, a veces la participación, a veces la desilusión pero también el empuje de seguir, o de no seguir. Le queda una o más líneas en su currículo, las citas de prensa, las referencias del catálogo.... Acumula trayectoria, prestigio y, repito, también la valentía de medirse. El espectador también juzga, me gusta/no me gusta, lo hace bien/lo hace mal, me recuerda... ¿qué es?, y en todo ello también va acumulando experiencia visual, aprendizaje, maneras de ver, formas de mirar. A la ciudad que celebra el certamen le llegan nuevas experiencias, nuevas formas de afrontar los retos del arte, o a veces viejos arquetipos que el tiempo se encarga de pasar por un tamiz inexorable: lo que perdura frente a lo efímero, lo que transciende frente a lo que no pasa de ser más allá de una anécdota, de un asomarse al espacio de lo visual. en su compromiso con la sociedad a la que también pertenecen los artistas, en su responsabilidad hacia la cultura, en lo que debiera ser una norma como es el incremento de los bienes patrimoniales, los caminos son dos: la adquisición directa o la adquisición también directa pero a través del asesoramiento de un jurado y de la oferta que supone poder elegir entre los participantes a un concurso o un certamen, en todo caso dos opciones válidas y deseables. Miremos nuevamente desde la óptica del artista, pues a ellos les permite mostrar sus obras en más lugares, a más personas, les posibilita ser más conocidos, evidentemente les facilita su propia promoción como creadores aquí y allá por las más diversas geografías. Finalmente los resultados de un certamen se exhiben, y llegamos a otro escalón, el del público, que adquiere nuevos conocimientos, para el deleite o el aprendizaje. Un certamen El arte del siglo XXI es complejo, es herencia de las últimas décadas del anterior, pero lo es también de toda una tradición estética variable, múltiple, aunque la que nos enseñaron en el colegio y en el instituto arranca de una visión lineal y única, anclada en lo visual como imitación de lo real. La fotografía, las instalaciones, los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías están provocando un panorama continuamente cambiante, más trasgresor, a veces ¿más innovador? Dejemos a un lado, pero reconozcamos, el paisajismo de W. Turner o las rupturas de los impresionistas y de Cezanne, tal vez no fue casualidad que una de las obras más transcendentes para el arte haya sido una acuarela, la 'Primera acuarela abstracta' de Wassily Kandinsky de 1913, solamente faltan tres años para que se cumpla un siglo. Y sin embargo se sigue considerando en general que la acuarela es sinónimo de identificación con el universo de lo real, cuando el espectador sigue pensando en el término 'acuarela' lo hace bajo la óptica de evocación del paisaje, rural o urbano, y a veces de figuras, de espacios sublimados por el arte de unos pinceles y de unas manos. Claro que entre quienes se dedican a practicarla hay mucho de paisajismo, pero de bueno y de malo paisajismo, porque lo figurativo no es siempre bueno ni Todo ello es posible porque hay patrocinadores, el Ayuntamiento de Caudete en este caso acompañado de instituciones y de empresas. Y la pregunta inevitable ¿Son los certámenes una forma de adquirir arte, o son una forma de promocionarlo? Indudablemente las dos cosas. Situémonos en el papel de las instituciones, lo no figurativo es siempre malo o 'cosa de niños' como a veces se oye decir, y hay quienes entienden la acuarela no solo como una técnica, que también lo es y complicada por precisa, sino también y fundamentalmente como un instrumento para la expresión plástica. El Certamen Nacional de Acuarela 'Villa de Caudete' es también un espacio para el ejercicio del arte actual, y esto es sin duda unas de sus bondades, la de apertura hacia nuevas propuestas plásticas, hacia nuevos campos visuales, pero con una limitación de formato. Desde algunos foros se estima que la pintura murió a mediados del siglo XX tras la irrupción de nuevos instrumentos y nuevas formas para la creación plástica, pero lo cierto es que las antiguas, léanse los pinceles y el cuadro, siguen vivos y vigentes, y ello es así porque existe un arte trasgresor y de ruptura que hoy por hoy no es incompatible con un arte que utiliza técnicas y formatos más tradicionales (el espacio del lienzo, el espacio del papel) y que en sus planteamientos conceptuales también puede ser innovador e, incluso, trasgresor. El Certamen de Caudete ha recibido muchas propuestas desde la óptica del concepto de 'lo plástico', cada año han llegado, como en todo certamen, muchas formas de entender el arte, unas de profesionales otras de aficionados con más o menos fortuna. No ha habido subjetividades en la elección de los ganadores, ni criterios estéticos unidireccionales que sopesaran la balanza hacia un único lado. Ha habido apertura, crítica, contraste de opiniones, polémica, pensamientos abiertos porque las propuestas de quienes ven el mundo a través de los pinceles también lo son. El espectador no encontrará el paisaje bucólico y dieciochesco de los acuarelistas de tresillo, sino más bien otras visiones de los espacios y del ser humano, y de los espacios que crean los colores y los trazos, porque esta muestra, este resumen de 10 años de andadura del Certamen de Caudete es una muestra de que la acuarela, lejos de estar constreñida a arquetipos, es una de las técnicas que están al servicio de la creación plástica. Rubí Sanz Gamo Directora del Museo Arqueológico Nacional
Las acuarelas que forman parte de esta muestra, 34 en total, ofrecen al público la posibilidad de volver a admirar, en esta ocasión de manera conjunta, todas las obras que han sido galardonadas en la categoría nacional durante los diez años de historia del Certamen Nacional de Acuarela.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España