Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- ¿Qué relación hay entre el graffitti carcelario y las pinturas de los hombres de las cavernas? ¿Qué consejos son tan útiles en la vida real como en una vida absolutamente privada de libertad? ¿Qué es lo que más anhela un convicto durante su condena aparte de su liberación? ¿En qué se parecen el arte y el crimen? El artista panameño Jhafis Quintero plantea y contesta estas preguntas y muchas otras en su primera exposición individual en España: 'Cambalache', que en el argot penitenciario significa 'el día a día en prisión' La experiencia de diez años de confinamiento en una cárcel de Costa Rica juega un papel principal en la obra de Jhafis Quintero. Su práctica artística nace de sus experiencias personales en el mundo de la encarcelación, de la exclusión, del silencio, de la inseguridad y la soledad, pero también de la imaginación y la creatividad dirigidas a la búsqueda de medios de subsistencia. Hay una percepción particular del paso del tiempo y sus implicaciones para un cuerpo sumergido en un periodo de tiempo y un espacio determinados, una cuestión de límites físicos y mentales, y una constante reflexión sobre la muerte que planea sobre la vida de los reclusos, que confiere al trabajo de Quintero una dimensión extremadamente poética. El artista panameño es capaz de crear estructuras escapistas con lucidez mientras mantiene una perspectiva irónica e incluso humorística que le impide caer en la propia miseria y la autocompasión. El poder del trabajo de Jhafis Quintero radica en la transformación fundamental de una experiencia personal en una universal, y en el poder de esa conversión. El arte de Jhafis Quintero realmente no trata sobre la cárcel, sino que trata sobre la vida. La exposición se abre con una pieza que da título a la misma, 'Cambalache', una obra que habla sobre la repetición; que según Quintero es el castigo verdadero, no sólo circunscrito al mundo penitenciario sino presente casi en todos los espacios posibles del ser humano. Los presos hacen todo lo posible para escapar de la repetición, se cortan la venas, se intoxican, se auto apuñalan con la esperanza de ver una cara nueva en el hospital, de tener una experiencia nueva y diferente que rompa la monotonía de la vida en reclusión. Hay un breve momento que hace valer la pena todo lo que uno se haya podido infringir a si mismo: el trayecto desde la prisión hasta el hospital, que permite el acceso a rápidos e interrumpidos episodios de libertad a través de los pequeños ventanucos de los furgones policiales. Continuando esta idea de 'episodios de libertad', en el vídeo de un canal 'La hora Garrobo', Quintero aborda el particular universo del confinamiento del ser humano, mientras trata a su vez el tema de la vuelta a dar valor a las cosas vitales e importantes que en libertad no se consideran por darse como garantizadas. 'La Hora Garrobo' es acerca de la importancia de un hecho simple y básico: el derecho a la luz del sol. El vídeo está profundamente inspirado por la propia biografía del artista: mientras estaba en una celda de máxima seguridad pudo experimentar, junto a los otros internos, la ausencia de la luz solar directa. En el techo del patio interior, que estaba cubierto de hormigón, había un agujero. Todos los días a la misma hora la luz del sol se colaba por ese agujero. Este suceso era muy apreciado por todos los presos, una especie de momento religioso, o tal vez incluso mágico. Todos los reclusos anhelaban alimentarse de esta luz, desnudos en el suelo, a pesar de que en esas circunstancias y el contexto carcelario eso significaba la vulnerabilidad. Alimentarse de la luz era una cuestión tan importante que terminaba por desplazar el instinto de autopreservación a un segundo plano durante los pocos minutos que duraba el ritual. Para los seres humanos la conexión con el sol es la vida. Esa conexión es vital especialmente para los reclusos dado que, en sus condiciones, el movimiento del sol también se percibe como que el tiempo se mueve, pasa, y por lo tanto el tiempo pendiente de condena se reduce. En el sol está contenida la percepción del tiempo y la promesa de que somos libres de toda eternidad. Hay algo dentro de este ritual que es válido para todos los seres humanos: el ver y sentir la luz del sol siempre ha significado libertad. La muestra continúa con una serie de dibujos hechos en paneles de madera cubiertos de cemento especial, pintados y marcados utilizando herramientas básicas como lapiceros, marcadores y objetos puntiagudos. Estas piezas tienen la función exorcizadora de las angustias diarias del artista al transfirlas al cemento. Este tipo de graffiti tiene un significado vital en prisión, pues es la única manera en la que el preso puede establecer contacto con uno mismo, de materializarse fuera del propio cuerpo que, en esas circunstacias, deja de pertenecer a uno mismo para ser propiedad del sistema judicial por el tiempo que dure la sentencia, por ser el objeto del castigo. Estas manifestaciones tienen la virtud de mantener la esencia y de no permitir al preso olvidar quién es fuera de su confinamiento. Es una manera de trasferir y perpetuar estas memorias como un tatuaje indisoluble en las paredes de la prisión, que son al final una segunda piel en la que habitan los presos. Con la misma técnica pero diferente temática, 'El Retorno' habla del deseo infinito y constantemente insatisfecho de retornar a la vida que queda afuera, en esa otra dimensión que llaman libertad; todo ese dolor queda impreso, registrado en el cemento como resultado del exorcismo del graffitti penitenciario, que está sin lugar a dudas muy cerca a los dibujos hechos por el hombre de las cavernas. Posiblemente es la naturaleza brutal de los eventos de la vida en la prisión lo que permite regresar a esa necesidad ancestral de registrar las cosas importantes de la existencia del condenado. La exposición continúa con 'Máximas de seguridad', un libro de mano que reúne una serie de dibujos y textos en un pequeño compendio de instrucciones para sobrevivir y ganar respeto en la cárcel, que el artista repartió como parte de una performace durante días de visita en varios centros penales en Costa Rica. A veces también, introduciéndolos clandestinamente dentro de las mismas prisiones. Los consejos que contiene este manual que sirve no solo en casi cualquier prisión, sino que también en 'el afuera' donde las puñaladas no son tal vez físicas pero a menudo metafóricas. El libro está destinado a los novatos que una vez dentro de una prisión no tienen idea de que hacer. Para aprender las reglas tácitas, existentes en prisión desde siempre, se pone en riesgo la vida y los errores se pagan caro. En prisión los hechos de la vida son brutalmente simples, y a través de la performance y del libro el artista puso en las manos de estos novatos los diez años de experiencia que acarrea en esos temas. Cerrando la exposición, '28 días para abandonar un territorio' es una obra resultado de la situación migratoria actual del artista que después de vivir 4 años como residente legal en territorio Holandés es invitado a abandonar el territorio por no poder facturar el mínimo requerido por la oficina de inmigración: 14.000 euros al año. Esto evidencia la dificultad que significa para el artista incorporarse realmente en el mecanismo social. En la mayoría de países en Latinoamérica, de donde procede Quintero, los artistas no están oficialmente reconocidos como profesionales, lo que significa vivir sin seguro médico o sistema de jubilación; coloquialmente ser artista es a menudo sinónimo de drogas, alcohol, y desorden mental. Paradójicamente en Holanda es todo lo opuesto, el arte es reconocido como profesión y como tal el artista está obligado a pagar los impuestos correspondientes y facturar un mínimo al año o, de lo contrario, se deduce que la empresa artística no funcionó y de ser extracomunitario el artista es invitado a marcharse. De esta manera, la perfección financiera se transforma en un método efectivo de exclusión. La pieza efímera se compone de las hojas de la carta oficial recibida por el artista congeladas en un bloque de hielo que se va descongelando lentamente, como una sentencia, hasta desaparecer de la vista y quedar finalmente el papel degradado. El artista se ve enfrentado una vez más al dilema de escoger entre Arte o Vida.
Con motivo de la inclusión del artista en la nómina de la galería de Madrid, Sabrina Amrani presenta la primera exposición individual del artista panameño Jhafis Quintero en España. Durante la exposición Cambalache de Jhafis Quintero en Madrid y en el marco de los desayunos de las Galerías del Distrito 28004, Sabrina Amrani ofrecerá un desayuno en su espacio los días 26 de abril y 31 de mayo de 2014, coincidiendo con la clausura de la exposición.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España