Las propiedades extrañas reúne el trabajo de Milena Bonilla y Fran Meana. Una exposición que sirve para inaugurar la nueva sede de Espacio Líquido. La muestra, comisariada por Alfredo Aracil, más allá de la mera puesta en relación de dos trabajos que comparten afinidades, pone en relieve cómo el hombre construye de manera interesada la idea de naturaleza.

Lo natural, de esta forma, se revela como un escenario en proceso, en continua re-formulación entre el azar y la necesidad, sobre el que intervienen inicialmente una serie de actores en principio pasivos: el tiempo y las fuerzas geológicas con sus ciclos de actividad. Una esfera de hacer mecánica, cíclica, que asiste impasible a cómo la naturaleza se transforma en paisaje al contacto con el factor humano: ... esto es, por medio del desarrollo tecnológico, la industria, el arte y el lenguaje. El signo de Dédalo.

Y en medio de todo este entuerto de fuerzas misteriosas y cósmicas, que se escapan del entendimiento humano, el hombre trata de organizar su experiencia acumulada a través de la Historia con la ayuda del lenguaje, que es el espacio dónde lo real se refleja en el pensamiento: por un lado la escritura, tanto en texto como en piedras, y por otro lado la comunicación oral, la palabra, el cruce dónde choca el trabajo de Milena Bonilla y con el de Fran Meana.

Las propiedades extrañas son aquellas que, desde la repetición y la reproducción de la vida tal y como la conocemos generan el cambio, el deslizamiento hacia lo nuevo: un orden a partir de la ruptura del orden, transformación frente a la necesidad de conservación.