Descripción de la Exposición
La exposición ha sido comisariada por Salvador Carretero, director del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), el galerista Miguel Marcos y el propio coleccionista, Jaime Sordo. Artistas: Helena Almeida, Elena Asins, Per Barclay, Sergio Belinchón, Karmelo Bermejo, Bestué & Vives, Luis Bezeta, Botto & Bruno, Herbert Brandl, Sergey Bratkov, José Manuel Broto, Fernando Bryce, Jean Marc Bustamante, Carmen Calvo, Victoria Civera, José Cobo, Hannah Collins, José Pedro Croft, Joan Fontcuberta, Julia Fullerton-Batten, Sandra Gamarra, Ferrán García Sevilla, Ruth Gómez, Douglas Gordon, Xavier Grau, Eduardo Gruber, Günther Förg, Richard Hamilton, Alfredo Jaar, Menchu Lamas, Miki Leal, Eva Lootz, Juan López, Ángel Marcos, Nacho Martín Silva, Antoni Muntadas, Muntean/Rosenblum, Juan Muñoz, Juan Navarro Baldeweg, Erwin Olaf, Pablo Palazuelo, Antón Patiño, Adam Pendleton, Perejaume, Guillermo Pérez Villalta, Jaume Plensa, Paloma Polo, Mp&Mp Rosado, Thomas Ruff, Lisa Ruyter, Dora Salazar, Julião Sarmento, Santiago Serrano, José María Sicilia, Santiago Sierra, Montserrat Soto, Frank Thiel, Rosemarie Troquel, Juan Uslé, Eulàlia Valldosera, Xesús Vázquez, Mayte Vieta, Sascha Weidner, Tim White, José María Yturralde.
La Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria organiza, produce y presenta la exposición Colección Los Bragales, colección de arte contemporáneo internacional perteneciente a Jaime Sordo y Loli Benito, comisariada por Salvador Carretero Rebés, Miguel Marcos y el propio coleccionista Jaime Sordo. La inauguración tiene lugar el martes 23 de julio con clausura el 24 de septiembre.
Se trata de un nuevo proyecto expositivo fundamentado de la colección de Sordo con importantes piezas pictóricas, escultóricas, videográficas y fotográficas de artistas relevantes. Uno de los propósitos de esta muestra de arte contemporáneo internacional no es otro que el de hacer disfrutar a todo visitante que la contemple, dejarse llevar, perderse como quiera o generar encuentros y reflexiones. Para ello, se formó un equipo curatorial de cara a la selección del contenido del proyecto: el propio coleccionista, un galerista y un director de museo. Y no es habitual tal plataforma que se gestó según se iban sucediendo los acontecimientos. Este carácter curatorial amplio y diferente, otorga al proyecto otra dimensión de trabajo y participación; un abanico de conocimientos dispar y enriquecedor.
No es la primera vez que Jaime Sordo, su colección Los Bragales es motivo de una exposición temporal: Tenerife Espacio de las Artes, Zaragoza (Palacio Sástago), Santander (MAS) y Alcobendas (Centro de Arte) han sido, entre otros, puntos de encuentro y exhibición selectiva de ello. Asimismo, el coleccionista ha llegado a acuerdos y convenios suscritos con instituciones públicas de cara a depósitos estables de obras de su propiedad (MAS, TEA...) e, incluso, genera encuentros, diálogos, debates o reflexiones producto de su Presidencia en la Asociación de Coleccionistas de este país (Asociación de Coleccionistas Privados de Arte Contemporáneo 9915) y eventos específicos sobre la materia (Curso UIMP 2013 sobre Coleccionismo y Mecenazgo).
Santander es la ciudad de otro encuentro, otra llamada, teniendo la Colección Los Bragales de Jaime Sordo como protagonista. En este caso, es la Biblioteca Central, su gran vestíbulo, suficientemente acondicionado para ello, y una gran sala adyacente que se ha habilitado y recuperado para el proyecto. Es bueno no olvidar que se ha tenido que renunciar a un gran número de importantes obras (Gabriele Basilico, Gregory Crewdson, Cristina Iglesias, Jonatan Lasker, Peter Zimermann, Tobias Rehberger, Adrián Melis, Tapies, Paul Graham, Barcelo, Axel Hütte, Vik Muniz, Elger Esser, Dionisio González, Joao Onofre...). Estos descartes son consecuencia del depósito estable de algunas de ellas hoy en el TEA; o que han sido expuestas de forma reciente en el MAS en una exposición temporal no hace mucho y consecuencia de los depósitos que hoy exhibe el propio MAS en su colección permanente denominada Travesía; o simplemente por el montaje y contenido del proyecto actual de acuerdo a su distribución. Estos y otros motivos nos han aconsejado renunciar a ellas para ceder su puesto a otras. En todo caso, la abundancia cuantitativa y cualitativa de la colección permitirán en el futuro otra fresca y comprometida selección, siempre importante por el tipo de obras.
El equipo curatorial ha apostado por construir una sala muy especial, la gran sala adyacente dedicada por entero a obras pictóricas, permitiendo un generoso montaje con el objetivo de poder contemplar pinturas de gran formato, algo que actualmente no abunda. El contenido de la colección invita a esta sana reivindicación para volver a demostrar algo sabido por evidente: que la pintura ni ha muerto ni morirá. Por otro lado, la sala central concita una mirada que juega genéricamente con el desarrollo visual de contenidos habituales (urbe, naturaleza, ser humano...) con un espacio dedicado al particular encuentro con Asins y Palazuelo. Y las técnicas son variopintas -pintura, dibujo, fotografía, escultura, videocreación- como dispares son los discursos del arte contemporáneo, esperando que tal poliedro resulte atractivo o, si cabe, genere preguntas y reflexiones que cada artista y cada obra provoque. 'El artista no es el único que consuma el acto de creación, pues el espectador establece el contacto de la obra con el mundo exterior descifrando e interpretando sus profundas calificaciones para añadir así su propia contribución al proceso creativo' (Marcel Duchamp, en El proceso creativo).
En la presentación -en la que estaban el Consejero de Cultura, Miguel Ángel Serna, el Director General de Cultura, Joaquín Solanas y los tres comisarios, Salvador Carretero, Miguel Marcos y Jaime Sordo, el consejero manifestó que una de las consecuencias de la constante y positiva inquietud que en la ciudad y región hay sobre el arte es la inquietud de coleccionar. De la mano del mundo profesional artístico, se viene escuchando con bastante reiteración, que en esta región cántabra y en esta ciudad santanderina hay una positiva inquietud artística general realmente llamativa, si se compara, en términos relativos y absolutos.
La Colección Los Bragales de Jaime Sordo y Loli Benito es una colección de arte moderno y contemporáneo nacional e internacional particular, motivo de esta entrega, de este nuevo proyecto expositivo, presentándose hoy una muy selecta selección de la misma, en un período, el estival, que se significa por ser un excelente momento para que visitantes de la ciudad y foráneos puedan disfrutar de esta nueva muestra. La muestra que podrá ser visitada desde hoy hasta el 24 de septiembre.
Jaime Sordo -en nombre suyo y de su mujer, Loli Benito-, agradeció a la Consejería de Cultura el interés y las facilidades para llevar a cabo el proyecto expositivo, tras las exposiciones de Santander, Tenerife y Zaragoza. 'Y ahora otra vez en mi tierra, en mi ciudad, tras la del MAS, esta muy exigente y brillante exposición, selección de arte contemporáneo nacional e internacional que ha realizado mi amigo, Salvador Carretero, director del MAS, lo que me halaga profundamente, junto con mi amigo galerista y coleccionista Miguel Marcos.
Por su parte Salvador Carretero apunto que la colección de Jaime Sordo posee dos partes claramente diferenciadas. Una de arte moderno y otra de arte contemporáneo. A esta segunda 'sección', por decirlo de alguna forma, corresponde esta selección de obras que se presentan en el proyecto. Al principio, planeó como siempre, una exposición con una clara articulación. Al no poder contar con algunas obras de la colección -que a su vez están prestadas en otros proyectos-, hubo de variar el contenido, para presentar una colectividad ordenada, intentando con el montaje, hacer disfrutar a los visitantes con cada obra. Terminó explicando algunas de las obras presentes en la muestra, resaltando la gran sala donde se exponen doce grandes pinturas y una fotografía pictórica de Perejaume.
UN RECORRIDO POSIBLE POR LA COLECCIÓN LOS BRAGALES
La obra de arte es el fermento de una emoción que el artista propone: el público dispone de ella; pero es necesario amar.
Odilon Redon (A sí mismo. Diario, 1867-1915)
Si una obra vive, el pensamiento que la acompaña (que está en ella) y su correspondiente expresión verbal están vivos, a pesar de los pesares.
Pablo Palazuelo (Escritos y conversaciones, 1998)
Afrontar una gran exposición colectiva (ya sea en vivo o en la intimidad del catálogo) es una experiencia compleja que requiere, entre otras cosas, predisposición y tiempo, si se quiere disfrutar de verdad y degustarla en toda su amplitud. Amplitud no solo cuantitativa, sino también y sobre todo cualitativa, pues conviven y se cruzan muchas dimensiones y lecturas. En este caso, el denominador común de las obras que en ella se muestran es que pertenecen a una colección particular, la que desde los primeros noventa del siglo pasado va conformando Jaime Sordo con pasión dedicada y atenta. Esta característica aporta a la muestra la singularidad de que los criterios de selección responden a muy diversas causas, que van desde el gusto personal del coleccionista hasta el mismísimo azar, elemento nada despreciable tal como el historiador y galerista Artur Ramón pone de manifiesto en su reciente y deliciosa publicación Nada es bello sin el azar, donde también se queja de que los buenos coleccionistas son, 'como el lince ibérico', una especie en peligro de extinción.
Nos encontramos así con obras de muy distintas procedencias geográficas, en diferentes soportes y técnicas, realizadas por artistas de generaciones y posicionamientos muy diversos. Sin embargo, podemos decir que todas ellas se enmarcan dentro de lo que se ha llamado la posmodernidad y como tal responden a una visión de la realidad múltiple y desdoblada, en la que las identidades se comprenden plurales y permeables; hablan de un mundo cada vez más globalizado y mediatizado, donde la narración y el discurso se fragmentan, se interpretan parciales y relativos.
Como arranque cronológico y simbólico, las obras más antiguas (1970) son dos esculturas de pared en plexiglás de Richard Hamilton: Black Guggenheim y Chrome Guggenheim, testimonio de la estética pop y homenaje a la práctica museística de la que somos herederos. Partiendo de esta avanzadilla, y pasando un corpus de obras de los ochenta y noventa, el grueso de la presente selección data del presente siglo, atendiendo así a la escena del arte actual, de cuyo pulso da buena muestra. Con ello, ofrece la posibilidad de llevar a cabo un mapeo de las últimas directrices de la creación y los intereses recientes de los artistas, que en buena medida muestran arquetipos, deseos y miedos de la sociedad a la que pertenecen.
Ante dicha aventura, establezcamos pues un itinerario, dentro de los múltiples posibles, ya que las relaciones surgen innumerables en cuanto se entra en el juego de la observación y la búsqueda de referencias, coincidencias y puntos de conexión; unido, claro está, al trazado que los comisarios han establecido a pesar de la pluralidad ya citada.
Geometrías: la realidad es analógica y digital, entre ambos mundos navegamos.
En un extremo de la sala principal hay un espacio ciertamente mágico por el tandem de artistas representados, dos de los mejores exponentes del arte geométrico conceptual y espiritual, ambos pioneros en nuestro país. Como si de una capilla pagana se tratara, conviene pasar por ella como por un lavatorio, antes de cualquier recorrido, para empezar éste sin impurezas, limpio de velocidades insanas, artificios y espectacularidades. Pablo Palazuelo y Elena Asins nos hablan en su obra de espacio, tiempo y vacío, de las estructuras esenciales que conforman la materia y las transformaciones que la energía opera en ella. Comportamientos que suceden de igual modo en el cosmos y en la escala subatómica, que rigen nuestra propia conformación.
Pablo Palazuelo pintó Sydus XVIII para la edición de Arco 98. Según cuenta Jose María Parreño, 'el nombre procede de Paracelso, cuya doctrina del astrum in corpore fue una de sus ideas más queridas. Corolario de su concepción del hombre como microcosmos, Paracelso inscribió el firmamento en el cuerpo humano y lo llamó astrum o sydus -inscripción de la geometría en lo orgánico, como hace el propio Palazuelo-. Cielo íntimo cuyo curso estelar realiza el recorrido del horóscopo de cada individuo. Así, los varios sydus aparecen como haces de energía o raras estrellas, que acaparan el firmamento azul del lienzo'. Para Palazuelo, deudor de la mística, la ciencia, la cultura oriental o su amado Paul Klee 'la geometría está en el fondo de la vida; es lo que la construye' y su búsqueda primordial ha sido captar las transformaciones de la materia atendiendo a su número y estructura, y mostrarlas tanto en el plano del cuadro como en sus esculturas.
Interesantísimo resulta contraponer a esta actitud tan orgánica, deudora de la observación, las lecturas y el gesto analógico con el trabajo de Elena Asins, que parte de la misma inquietud geométrica. Desde que tuvo la posibilidad trabajó con el ordenador -de los primeros en España- y la programación para generar esas formas, introduciendo así una herramienta digital que si bien está creada por el hombre y aplica las mismas pautas lógicas y semióticas que estructuran nuestra mente, establece un salto sustancial en el carácter de la creación. Poder caminar a lo largo de los largos paneles de Hamburg (1989), por primera vez expuesta como fue concebida (según sale el papel de la impresora), permite apreciar el tiempo en la transformación a la que es sometida una estructura original a tenor de los algoritmos u órdenes precisas que ha programado la artista en la máquina. Asins ha llegado a confesar: 'Siempre pienso con computador: es mi cerebro y mis manos'.
Tras este baño de pureza estamos preparados para internarnos en la gran sala que se divide en dos ámbitos diferenciados. En el primero se hace referencia al contexto físico y espacial de la sociedad contemporánea, a las ciudades, al entorno rural y natural, al encuentro entre ambos y, también, a esos espacios residuales, periféricos, inclasificables, potenciales y caóticos que el devenir habitacional y de conquista del territorio ha hecho proliferar a lo largo y ancho del planeta. El segundo ámbito se centra en el propio ser humano: en su corporeidad, sus identidades, los hábitos, la memoria, el imaginario.
Los lugares del individuo
Hay una fotografía en el área de los contextos que resulta muy metafórica de nuestra mirada hacia el arte y quizás de nuestra mirada hacia las cosas. Se llama Sin título, Chinguetti I (2003) y está realizada por Montserrat Soto. Pertenece a una serie tomada en esa medina medieval de Mauritania que está en buena parte siendo devorada por las dunas de un desierto que avanza irremediablemente, sepultando casas y accesos. La foto está tirada desde detrás de la barrera, desde una barandilla que separa/une al observador a esa realidad y, por otro lado, le hace tomar conciencia de su condición de espectador.
Conviven en este tramo de la muestra diferentes visiones de la urbe, ese escenario cambiante en el que el presente se construye y deconstruye vertiginoso y el humano contemporáneo se destradicionaliza y aliena. Se transforma. Se virtualiza.
Acostumbrada a recorrer ciudades por todo el mundo y plasmar en gran formato sus conflictos internos, Hannah Collins nos trae los tejados y el cielo de Barcelona, sublimado cual misterioso ente, en True Stories II. Las innumerables grúas y espacios en construcción berlineses de Frank Thiel también nos hablan de la realidad de estos enclaves, como los edificios borrosos de Thomas Ruff o el recorte (literal y simbólico) de una calle periférica de los italianos Gianfranco Botto y Roberta Bruno tan dedicados en sus obras a esos lugares inciertos y despersonalizados de las ciudades en los que crece la maleza y se instala el graffitti. El diálogo con la naturaleza está presente en las visiones de Manhattan desde la periferia, con cartel propio incluido, de Ángel Marcos (de la serie Alredor de un sueño), también en los Lagos suizos de Jean-Marc Bustamente; las oníricas visiones a un bosque desde las ventanas de una casa inundada en Vannus de Per Barclay; el exotismo plástico del sevillano Miky Leal en Gone with what wind o la contundente escena de montaña abocetada por Herbert Brandl. Austriacos como este último, Markus Muntean y Adi Rosenblum nos muestran una de sus instantáneas pictóricas (con un tiempo más propio de la fotografía) a la que añaden una frase encontrada dejando al azar que establezca las conexiones y que dice algo así: 'existen ocasiones en las que nos deslizamos hacia otra realidad pero no podemos reconocer la verdad en ella por ser ésta demasiado devastadora para ser asimilada'.
Como laboratorio de realidades, sin duda la ciudad también lo es, podemos tomar la colección de obras dispares que muestra la artista peruana Sandra Gamarra y también la pintura interactiva y procesual de Nacho Martín Silva en El gran estudio. En su elaboración se sirvió de la colaboración del público para que eligiera de entre un montón de fotografías la iconografía que iba a animar su composición. José Pedro Croft edifica en su lienzo con líneas, veladuras y planos de color y Santiago Sierra encierra en un gran cubo negro, como si la kaaba atea y occidental se hubiese plantado en ese patio cacereño, 586 horas de trabajo, la moneda de cambio de un oscuro sistema de poder establecido que hace al hombre libre y esclavo a la vez.
El individuo como lugar
Al pasar del ámbito expositivo de los lugares del individuo al que establece al propio individuo como lugar, encontramos una bisagra perfecta. Pocos artistas han trabajado con tanta intensidad y lirismo la integración del ser humano en el paisaje, ya sea natural o urbano, como lo ha hecho Jaume Plensa. En el dibujo precisamente titulado Paisaje se hace eco de su trabajo escultórico y une sobre el papel el destino solemne de árboles y humanos, como si de un solo ente se tratara, un papel, que como apuntó en una entrevista, quisiera que dejara de ser soporte y se convirtiera también en dibujo, que se vuelva transparente, que deje de ser lugar y se convierta en espacio. El dibujo es también una actividad necesaria, de contacto rápido y directo con lo cotidiano, para Eva Lootz, una artista que con los años ha ido centrándose cada vez más en el sujeto y la identidad. 'A mí dibujar me alivia mucho y es algo que puedo hacer incluso en fases de la vida muy dolorosas, tensas y conflictivas. Lo cierto es que hay una avalancha de dibujos que acompaña estos últimos cinco años. Supongo que me ayudaron a sobrevivir psíquicamente a pérdidas emocionales, muertes y demás inclemencias de la vida. Aparte de eso son también diario, reflexión sobre el hecho de ser mujer, pero hay también una vena distinta donde los dibujos son expresión de mi libertad, a pesar de todo, o una especie de meditación del vacío'. Los 30 dibujos de cera sobre papel titulados Un trozo de mi piel son un magnífico ejemplo. Eulàlia Valldosera, en su fotografía Espelma II (Vela II), establece el cuerpo como espacio en el que la vida sucede y se plasma, como lugar en el que leer, como fuente y receptor de luz. La identidad, los diferentes roles que cumplimos, la atalaya o el escondite desde donde contemplamos cada uno el mundo, la intimidad, la adecuación de nuestros sueños a la realidad que se impone, la condición de mercancía del individuo o víctima de la sociedad de masas y múltiples reflexiones de este tipo se desprenden de las obras de Lisa Ruyter, Adam Pendleton, Alfredo Jaar, Sergey Bratkov, Antoni Muntadas, Sascha Weidner, Rosemarie Trockel o los retratos de Erwin Olaf. Se completa esta sección con tres obras escultóricas, el homenaje a Frida Kalho de Dora Salazar, Used Bodies II de los hermanos MP&MP Rosado, en la línea de sus trabajos sobre el cuerpo modificado, desestructurado y construido, y el niño en resina de José Cobo, mirando sus zapatillas celestes. Una sonríe y la otra está triste, y el niño inocente parece reflexionar: es el despertar de la conciencia en la infancia, la entrada al palacio del yo que vamos fabricando y descubriendo hasta la muerte.
Una crisis, dos crisis, tres crisis...
La historia del arte [...] puede describirse como un forjar llaves maestras para abrir las misteriosas cerraduras de nuestros sentidos, para las cuales solo la propia naturaleza tenía originalmente la llave.
E.H. Gombrich (Arte e ilusión, 1960)
El siguiente espacio reúne obras que de algún modo hacen referencia a estados críticos, como podría simbolizar muy poéticamente Naufragio de Mayte Vieta, obra en la que una pequeña embarcación comienza a hundirse anegada en el silencio de la noche. Esta calma contrasta con La traca fina / The Grand Finale. En la foto se muestra la acción llevada a cabo en la clausura de la feria de Art Basel Miami Beach de 2009. El sarcasmo y la paradoja de Karmelo Bermejo 'celebra' por todo lo alto la recesión económica y utiliza un crédito bancario para financiarlo. El artista peruano Fernando Bryce copia a tinta (hace lo que llama 'análisis mimético') las páginas del diario alemán de los años veinte y treinta AIZ (Periódico Ilustrado de los Trabajadores), en el contexto de sus trabajos sobre la memoria histórica y el archivo. Este periódico, en el que John Heartfield publicó sus incendiarios fotomontajes, empezó a utilizar de forma pionera las imágenes de la vida cotidiana del pueblo y las condiciones objetivas de trabajo para la lucha proletaria y Bryce lo muestra tal cual, desde el puro apropiacionismo, como recuerdo del valor de las imágenes y llamada a la conciencia colectiva. Podría decirse que a través del googlegrama Guantánamo, el celebrado posfotógrafo y creativo teórico Joan Fontcuberta quisiera exorcizar el horror sufrido en las salas de interrogatorios de la base estadounidense de Guantánamo, apelando con ello al fin de la barbarie humana en general. La imagen, que reproduce una de esas salas, está construida a modo de collages, haciendo un juego óptico cromático, por 10.000 pequeñas imágenes extraídas de Internet a través de búsquedas de palabras como curiosidad, conocimiento, sabiduría, filosofía, investigación, estudio, erudición, oratoria o elocuencia. Y para cerrar esta pequeña sección traigo aquí el último punto del decálogo posfotográfico de Fontcuberta -que no tiene desperdicio- pues viene muy al caso: '10. En la política del arte: no rendirse al glamour y al consumo para inscribirse en la acción de agitar conciencias'.
Los vídeos
En dos puntos de la exposición que estamos recorriendo será posible visionar algunos de los vídeos pertenecientes a la colección Los Bragales. Todos tiene un carácter muy diferente, tanto estilísticamente como en cuanto a contenidos, evidenciando la tremenda versatilidad que ofrece este formato que aúna la plástica, la performance, el documental, el cine o la animación (que es otro mundo en sí misma). En un sencillo y explícito vídeo en blanco y negro, Helena Almeida plasma una acción repetitiva y asfixiante que habla de la dependencia y los problemas de género. Sergio Belinchón se sirve de los fantásticos volúmenes del Memorial del Holocausto de Berlín para hacer un film muy plástico centrado en la abstracción y en el fragmento. Luis Bezeta hace el mínimal del cine en un homenaje a Marilyn animando las faldas de los personajes travestidos en lo que parece la foto fija de una escena divertida, sugerente y de llamativo cromatismo. Juan López documenta en Para tu tara una de sus intervenciones con vinilo a cámara rápida generando una curioso efecto a partir de su proceso creativo. Con un ritmo frenético, Ruth Gómez nos muestra en Animales de compañía un magnífico trabajo de animación en que mezcla técnicas tradicionales con efectos más sofisticados tecnológicamente para hablar de los conflictos del ser social. Premiado en el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca, Buil Up de Paloma Polo muestra un diálogo en torno al proceso de intervención en una ruina y la alteración de un paisaje. Tim White combina escenas grabadas analógicamente con otras digitales o del campo de la animación para conseguir efectos psicodélicos y de gran plasticidad en el onírico trabajo titulado On the wing. Por último, David Betsué y Marc Vives, con su espíritu humorístico y dadaísta, desarrollan en La confirmación el viaje iniciático de un personaje que camina hacia la madurez y que busca el sentido de su vida. Después de ir pasando a través de diversas escenas, una fallera pop a modo de oráculo resume su periplo en una canción de estribillo revelador: 'La vida es una canción, el espacio le da ritmo al tiempo. Aprende a bailar sin suelo firme, sin confirmación'.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España