Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Donde arquitectura y naturaleza forman un nexo indisoluble. Lugares deshumanizados pero con la mano del hombre, espacios que se funden y se entrelazan, edificios que se abrazan con el alrededor presentando la eterna envoltura. Emociones que se intercalan entre lo inerte y la vida, entre el hormigón y la savia, entre lo pasivo y lo activo. Preservados vestigios de una historia fecunda que habla de orígenes naturales. Pero, ¿es que es anti-natura la aportación del propio ser humano? La edificación como representación del paso del hombre por la tierra, como sello para no olvidar su estancia, como aportación a este mundo cambiante. No es más que la incombustible negación ante el olvido. Supervivencia. Evolución. Ciclo, representación teatral de la vida, escenario donde todos somos actores de reparto, unos meros muñecos de trapo. Marionetas dirigidas donde únicamente permanecen las acciones de unos elegidos, convirtiéndose en papeles principales capaces de aguantar la crítica y voraz audiencia durante cada temporada. Temporada que se traduce en siglo. Y siglo que se traduce en éxito. El placer de la conquista marcado a fuego en el trasero de la historia. Es el éxtasis del dominio. Lugares inhóspitos atravesados por la bandera de la argamasa, espacios con frontera social, biológica, constructiva y amatoria. ¿Y quién define el linde? Afortunados aquellos que lo encuentran, afortunados aquellos que tienen ese mérito. Supervivencia. Tradición. Veo granates, veo azulinos, veo columnas y pilares que se confunden con la maleza. Escucho silbidos, es el gemido todopoderoso de una rama azotada por el viento. Son los Alisios. Vientos blancos y arrulladores que se cuelan por los aljibes. Arrorró de la infancia que mecía mi cuna. Gotas de color blanco esmaltado que brillan entre las negras lavas. Espacios cultivados con arte, en el sentido más intenso de la palabra. Geometrías perdidas en mares quemados, faros que alumbran de día y pernoctan sin agonía alguna. Sueños que erupcionan, suspiran y esculpen la cultura. ¡Maldito (y bendito) voyeur enraizado! Inmóvil sentimiento cubierto de liquen, teñido a pinceladas por el pasado. Se siente, se huele, se ve y se saborea. Humaredas de semillas que volaron de la era, atisbos de virginidad que rebosan retoños, impenetrables burbujas volcánicas, desnudas reliquias nacidas de una piedra dura. Supervivencia. Ebullición. Veo ocres, veo malvas, veo erectas palmeras que me benefician la deseada sombra. Disfruto de despertares húmedos y salados de ventanas abiertas a orillas del mar. Es el Atlántico. Aguas frías y encrespadas que hierven en las costas. Fornicación arquitectónica tumbada sobre la grandeza. Retrato de un adulto que eyacula verborreas y siente que, a veces, no ve nada, a pesar de los granates, de los azulinos, de los ocres y de los malvas. ¿Vivir en el presente o permanecer en el pasado? Adúltero sentimiento. Coherencia, nostalgia, deseos, rabia, miedos, pureza y ¿futuro? Arte y entereza. Este proyecto se presenta bajo visiones de tres artistas totalmente diferentes entre sí, pero bajo un nexo común: nacidos en Lanzarote, espacio de influencia creativa donde arquitectura y naturaleza forman un nexo indisoluble. La fotografía de espacios urbanos salpicados por el mar de Rubén Acosta se entrelaza con la pintura de paisajes abstractos y embravecidos de Miguel Pérez, hasta llegar a la escultura de Eduardo Manrique de volúmenes mimetizados con la naturaleza.
Eduardo Manrique (escultura). Miguel Pérez (pintura). Rubén Acosta (fotografía).
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España