Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Paciencia: saber dedicar tiempo a las cosas; tomarse un momento para mirar, sin apresurarse, con calma. Esa es, frente al ritmo frenético en el que nos vemos hoy imbuidos, la clave de una producción reveladora como la que lleva a cabo Manuel Valencia (Madrid 1954), en la que artesanía y concepto se aúnan para llevarnos ante un permanente diálogo entre arte y naturaleza. En su novena exposición individual, primera en la Galería ASTARTÉ, Valencia presenta sus trabajos más recientes, 'Cartas y Pizarras', dos series a las que ha dedicado los últimos tres años y cuya fuerza expresiva arranca de la estética pureza de lo esencial que el pintor encuentra en hojas, flores o paisajes. En los delicados papeles chinos que le sirven como soporte y que él mismo busca uno a uno y trae del gigante asiático, Valencia propone una ejecución plástica que refleja tanto la herencia occidental de la gestualidad expresiva y matérica como la sutileza y el despojamiento propios de la influencia oriental. Así, nos encontramos ante una obra que no puede enmarcarse dentro de la pura expresividad, pero que tampoco considera la representación más allá de un simple pretexto, pues su fin último es la búsqueda de respuestas a través del paciente camino que va desde la forma hacia la introversión. Inevitablemente, los frecuentes viajes que el pintor ha realizado a China y Japón han influido de forma decisiva en su forma de ver, de mirar. Sin embargo, él mismo reconoce que su trabajo no deja de ser un 'paso occidental por oriente' en el que la subjetividad e independencia no han permitido nunca que su gesto de sujeto desaparezca. Algo parecido ocurría con la figura de Henri Michaux, en el que toda la influencia del arte y caligrafía chinos se veía rápidamente diluida al plasmarse en unos dibujos cuyo principal tema era la desesperada búsqueda del yo del artista, su propio descubrimiento. Del mismo modo que Michaux, Manuel Valencia también coge de Oriente sólo lo que le interesa: recuperando sus materiales, pero mezclándolos con otros y experimentando a través de un lenguaje contemporáneo; deteniéndose ante aquellos elementos de la naturaleza que nos resultan insignificantes, pero deshaciéndolos en muchas ocasiones y buscando en ellos siempre su propio deslumbramiento; uniendo poesía, caligrafía y pintura dentro de sus principios artísticos, pero dando prioridad al fluir de pensamientos automáticos propio del surrealismo más que a cualquier elaboración de un discurso congruente o una lógica de signos. Sin duda, la influencia más irrefutablemente oriental de su trabajo reside en el concepto de analogía que lo recorre de principio a fin. Nuestro pintor comenzó a detener su atención en flores y hojas porque descubrió que todo se apoya en algo. Incluso aquellas cosas que pasan más desapercibidas ante nuestra mirada, adquieren una trascendencia esencial dentro del orden de la vida. La hoja, el tallo o la raíz son equiparables en importancia a bosques, mares o montañas. Y así, cada uno de nosotros como individuo, signos prácticamente inapreciables de la humanidad, dotamos a ésta de sentido. Dentro de este universo de relaciones en el que nada es por sí sólo, en el que todo se sustenta en todo, Manuel Valencia ha querido desligar a la naturaleza de esa condición decorativa y estética a la que a menudo se ve relegada por las premisas del arte occidental y devolverle su papel fundamental como fuente de vida. Monte Esquinza 8 | 28010. Madrid, SPAIN | (+34) 91 319 42 90 | info@galeriaastarte.com | www.galeriaastarte.com Con el último de sus trabajos, 'Pizarras', continúa la línea de las hojas y flores pintadas con minuciosa habilidad, en grandes formatos y con primerísimos planos frontales que proporcionan al espectador un punto de vista nuevo desde el que abordar una parte de la naturaleza que nunca ha sido propiamente considerada y que aquí se eleva, podríamos decir, a la categoría del retrato. Sin embargo, en este caso nos encontramos con la peculiaridad de unos fondos planos y negros en los que las figuras parecen flotar y que anulan cualquier sensación espacial racional. Además, el blanco con el que fulgura este reducido número de motivos vegetales hace gala de un cromatismo ascético, constante por otra parte en toda su producción, capaz de parar el tiempo. El pintor concibe esta serie como un bodegón al que prefiere referirse con la expresión 'still life' frente al concepto tradicional de 'naturaleza muerta'. Y es que, efectivamente, en estas imágenes parecería que la vida se hubiese detenido de no ser por la presencia de unos esbozos de escritura cuyo trazo corre más allá de las palabras y su significado. Como diría Bachelard, existen palabras que están en plena floración, en plena vida. 'Cartas' por su parte constituye un viaje interior en el que cada imagen depende de las demás, teniendo todo el conjunto un nexo común: la Punta de Coves Blanques en Mallorca. En la pintura, el género del paisaje es siempre resultado de una lucha entre las líneas de fuerza que el pintor lleva intrínsecas en su lenguaje y las de la propia naturaleza. En este caso, el resultado final de dicho enfrentamiento es variable. Unas veces gana la materia, otras la escritura o el gesto. Y a pesar de ello, el montaje proporciona una coherencia al conjunto difícilmente explicable, fruto quizás de la verdad fundamental que constituye el fluir de las cosas. Ni la Punta ni el mar representan aquí algo más que un enlace, un vínculo insistente a través del cual contemplar la realidad siempre cambiante, siempre en tránsito. Perfecta metáfora del acto de ver, que tampoco es nunca el mismo. La mirada se transforma a cada segundo, (como nosotros mismos, deviene) y con ella todo aquello que nos rodea. Y de nuevo, una vez más, la escritura aparece en cada imagen fluida, continua, líquida, como el agua. La paradoja final resulta del excelente resultado que consigue nuestro autor al plasmar ese fluir y esa circulación continúa a través del recurso, en principio opuesto, de la repetición. Valencia ha decidido basar su obra en la repetición de motivos, pero aunque el paisaje mallorquín aparece una y otra vez, su aspecto y su lenguaje están en perpetuo cambio. Cuando Kierkegaard dice que toda la vida es una repetición, no se refiere a que debamos construir la nuestra en base al movimiento de retroceso que supone el recuerdo. Muy al contrario, es a través de la repetición entendida como forma de memoria hacia delante donde encontraremos que la existencia, esto es, lo que ya ha existido, empieza a existir ahora de nuevo. Fijémonos en la obra de Manuel Valencia? quién le iba a decir a este pintor que la repetición sería el viaje definitivo a través del cual se descubriría. Jennifer Calles. Nacido en 1954 en Madrid, Manuel Valencia realizó sus estudios en la Stichting de Vrije Academie voor Beeldende Kunst de La Haya. Ha realizado numerosas exposiciones individuales en ciudades nacionales e internacionales como Madrid, Valencia, Barcelona, Beijing, o La Habana, entre las que podemos resaltar 'Botanical Poems' (2009) o 'Haikus Visuales' (2007) o 'Gaijin' (2004). Además, su obra ha estado presente en numerosas exposiciones colectivas en galerías privadas y en espacios institucionales como el Instituto Cervantes de Belgrado o la Casa Asia de Madrid y Barcelona. Su obra está presente en diversas colecciones privadas de Holanda, Italia, Bélgica, Estados Unidos, China, Cuba, Brasil y España. Además, su creación plástica no puede verse desligada de su producción escrita, entre cuyas publicaciones destaca el libro 'Diario de Viajes Acelerados - 10 años' (Ed. Isla Grande, Madrid, 2007
Cartas consta de 110 dibujos (50 x 35 cm). Es una correspondencia sin destinatario que utiliza el mar como vehículo plástico. Se exponen como un friso donde cada dibujo se sincroniza con el todo. Pizarras , por otro lado, incluye 18 papeles (86 x 63 cm) es un Bodegón desestructurado, y despojado de su condición de ornamento, de adorno intranscendente para otorgarles un papel protagonista y reintegrarlo a la naturaleza. Valencia utiliza el término inglés still life , vida detenida, con preferencia al de naturaleza muerta. Ambas series tienen un nexo en común que las inspira que es el poema de T.S. Eliot, The Hollow Men (1925).
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España