Descripción de la Exposición José Díaz ha llamado a su primera exposición individual TIRANOSAURIO. De lo poco que he podido averiguar -apresuradamente- sobre este animal, me ha interesado el tamaño; parece que se trata del mayor de los dinosaurios. Me ha interesado, porque mientras escribo sobre sus cuadros, me ronda lo inefable. Consulto el diccionario del uso del español de María Moliner, menos esquemático que el oficial de la RAE, y leo que, además de lo que yo creía (que lo inefable es lo indecible), resulta que también es aquello 'de tal naturaleza o tan grande que no se puede expresar con palabras'. No estoy segura de que José lo sepa; quizás sí. Pero me inclino a pensar que la elección del nombre de la exposición es una de las manifestaciones de su intuición, uno de los rasgos más apreciables de su carácter como pintor, además de la inteligencia, la fuerza y el sentido del humor, otros de los que, si me queda espacio, hablaré enseguida. La respuesta a lo que no se puede expresar con palabras sería el silencio. Pero como temo que dejar la página en blanco se interprete como un recurso para escaquearme, lo que intento es, sin perder de vista lo inefable, dejar que se abra paso la sensación de resistencia. En los cuadros de la exposición veo un mundo reconocible, pero resistente a ser descrito. Podrían ser ruinas, pero no, porque no se reconoce nada que previamente haya podido estar entero y acabado. En algunas partes parece haber rastros de agua, de un paisaje que haya estado sumergido. Charcos, por ejemplo, o cosas que emergen; puede que restos de naufragios. O entelequias: María Moliner las define como seres o situaciones perfectas 'que no pueden existir en la realidad'. Son cuadros en los que se puede ver lo que se quiera. Imágenes ambiguas, distintas según cómo se miren porque no hay plano de referencia. La composición, la estructura, invita a irse por la tangente. Los espacios que he visto como charcos pueden ser cielos o mesetas, estar delante y detrás, dentro y fuera. Las líneas quebradas construyen cordilleras dentadas, dientes directamente, o presencias humanoides pre y post tecnológicas. José Díaz dice que se empieza pintando una cosa y se termina pintando otra. Pareidolia y doodles; juegos en los que da rienda suelta a la ironía y el sentido del humor. Las figuras de cuernos y de euros -además de otras muchas reconocibles- funcionan como pictogramas. Caligrafías de idiomas desconocidos, que no están sometidos a la lógica de lo verbal sino que, en todo caso, recogen sus fallos. Mensajes subliminales que se reciben a través de la fuerza que José usa para liberar a su mano -para cargarse, dice él- lo que piensa el ojo. Que la batalla contra su ojo es eficaz lo demuestra el hecho de la dificultad que impone al registro verbal de lo que ve el nuestro. Pareidolia, imágenes dobles y pictogramas unen distintos cuadros entre sí. También el color. Los ocres-grises pueden verse como colores de cuevas, pero él me dijo que los ha encontrado en el Metro (espeleología suburbana). En los cuadros negros pinta la noche; en una ocasión, llamó al cielo estrellado 'exposición permanente'. Une también un cuadro con otro el grafismo de las pinceladas. José Díaz ha pintado varios de los cuadros de esta exposición a la vez. Ya lo hacía antes, pero quien conozca su obra anterior podrá comprobar que en la de ahora hay una especie de ejercicio de economía. Lo que antes tenía que estar en un solo cuadro, en pinturas muy abigarradas (no casualmente con gamas de colores mucho más variadas), ahora se dispersa. Se prescinde de algo en un cuadro y pasa a pintarse en otro. Los antiguos decían que el buen pintor sabe levantar la mano del cuadro, sabe acabarlo. He visto algunos cuadros de esta exposición fotografiados como trípticos. El mundo se reconoce en ellos también por la asociación con El Bosco, con Brueghel sobre todo, o con Dalí a veces -u otros pintores surrealistas-. Pero por encima de la asociación se impone la diferencia. Por ejemplo, no hay nada del irritante grafismo del Bosco en sus cuadros. Si son Boscos o Brueghels, lo son, pero pintados. Es como si hubiese mirado a estos artistas buscando masas separadas por espacios que se abren entre ellas. Mientras hablábamos de El Bosco y Brueghel en su taller, me enseñó un libro de 'Buscando a Wally'. Esta es la manifestación de la inteligencia pictórica a la que me refería más arriba. La sensación de resistencia que acabo de mencionar está en su pintura como fuerza. Los cuernos y los euros son imágenes fuerza. Los títulos de sus cuadros - elegidos entre captchas- son ingeniosos jeroglíficos de poder político, económico o tecnológico. En algunas ocasiones hemos hablado sobre la fuerza y las 'pinturas catástrofe' de Deleuze. La caligrafía a la que me acabo de referir es también, y sobre todo, temblor; un registro sismográfico. El tiempo de transformación de unas imágenes en otras también es una fuerza. Y lo es la que se ejerce para evitar que la mano se someta al ojo. Luchar contra el cliché, contra la propia intención; no para que todo ello desaparezca del cuadro, sino para que quede como resto (uno de esos despojos es, también, el signo euro), y encima gobernado por la composición, que actúa como otra fuerza. El cuadro es un ring. Para terminar, otro apunte sobre la resistencia. Las 'Notas sobre la órbita' que José Díaz ha escrito como colaborador de 'Orbitando lo Ignoto', el programa de investigación en ciencias de la ficción de Prisma en el que participa, acaban con una palabra: disidencia. La pintura como estrategia de disidencia. José Díaz (Madrid, 1981) es licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid en 2006. En 2007-2008 residió en Berlín, donde fue becado para trabajar en la galería Invaliden 1 como asistente. En 2009 continúa su formación académica cursando el Master en Arte y Creación en la Universidad Complutense y en 2011 forma, junto con otros artistas, el grupo de trabajo 'Orbitando lo ignoto' dentro del programa de investigación en ciencias de la ficción Prisma. Actualmente vive y trabaja en Madrid, desarrollando su trabajo artístico por medio de la pintura, entendiéndola como un proceso de investigación y como una forma de hacer, especialmente ligada a los procesos afectivos producidos entre el ser humano y su ambiente. Utiliza la pintura como una forma de transportar dichos procesos a un entorno práctico que los hace visibles, en una transmisión de información donde existe una deformación y una construcción. Complementa su actividad artística con otros proyectos colectivos como Autoplacer/ Sindicalistas, centrado en la difusión y autoedición musical o como colaborador de Machines Desirantes en sus producciones.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España