Descripción de la Exposición DECIR EL LATIDO No se repite porque hay represión, hay represión porque se repite. Deleuze ¿Por qué inventar, a cada vez, en cada nueva serie, un nuevo y más radical modo de demostrarnos nuevamente lo que estaba y está claro? 'Siempre en serie, pero siempre distintos. Ese borde pintado es una vez más un juego, porque al lado viene otro cuadro igual pero distinto. El cuadro no acaba en ese borde. Ningún cuadro lo es todo. Cada uno remite a otro, cada uno se abre más al estar al lado del otro-, dijo Fernando Rampérez: cada serie pictórica de Amelia Moreno conforma una imagen -es un retablo- que, además, encaja en un conjunto más amplio, en una etapa particular primero, y en el vasto conjunto de su producción al fin; y, a la inversa, cada cuadro y cada de componente de éste, desde el característico e inevitable grafema (la unidad más pequeña del lenguaje escrito, un elemento de la escritura que no puede descomponerse en unidades significativas más pequeñas) hasta el modo en que tales grafismos se distribuyen -se organizan y ordenan- sobre la superficie, nos arroja al vértigo de la reiteración infinita, a un mundo que, tanto cuando se abre como cuando se cierra, reproduce hasta el infinito lo minúsculo en lo vasto y lo total en el fragmento. Fascinante artista, rigurosa y exacta como pocas -sobre todo si se la confronta con el espectáculo corrupto, deplorable, falto de soluciones y de convicciones que ofrece la pintura en el inicio del siglo XXI-, mal estudiada y defendida casi en exclusiva por su compañero, el arquitecto y ensayista David Cohn, Amelia Moreno hace años -al menos desde que presentó en Edurne y en El Dorado su inaudita serie Iridia (2008)- que necesita una retrospectiva que permita, no tanto insertar su obra en la farsa espectacular de la Institución cuanto analizar las características de ese conjunto -y no tanto de su evolución- en sus relaciones con su tortuosa biografía, su compleja personalidad y su lucha por la pervivencia del lenguaje de la pintura. Pero -ay- traducir la pintura de Amelia Moreno, escribir sobre ella, decirla, no es en absoluto tarea fácil y puedo dar fe de ello. Cuántas veces he sido literalmente hipnotizado por uno de sus cuadros, cuántas mi ojo ha sido manipulado a su antojo por esta pintura que una y otra vez te transporta al horizonte lejano para decirte entonces ¿adónde vas, si esto está aquí delante? Cuántas veces, frente al cuadro y con mis modestos conocimientos de historia y de teoría acuestas, he dicho -acaso como John el día que conoció la obra de Yoko: ¡Sí!. Y, sin embargo, ¿cómo describir ese viaje del ojo por la alucinación? ¿Cómo hablar del vértigo, la hipnosis, la subyugación? ¿Cómo hacer concebir un sistema cónico sin punto de fuga? ¿Cómo decir la claustrofobia, la reiteración, la obsesión, la radicalidad, el acierto? Hay arte más o menos fácil (o difícil), edificado en su solar (post)nihilista con su concepto ad hoc (dosificado y clasificatorio: los lectores de textos difíciles van al museo y los que paren la simpleza por sí mismos, evidentemente, no) y hay pintura. Hace mucho que no es lo mismo, hace mucho ya que estamos detenidos -e instalados- en el mismo punto: 'Pintar, o también -ya que la técnica no es la única que está en causa- escribir, hacer obra, sea cual fuere la vía, si bien todavía es posible, aquí y ahora, en la aceptación plena del acto, no puede atestiguarlo más que el deseo desnudo, sin razones, rechazado e insistente, cuya perseverancia exige que se sea sordo y ciego a todo lo que lo rodea, lo desalienta, lo escarnece, lo apremia a renegarse' (Gaétan Picon). Un ejemplo, una aproximación posible entre tantas: Amelia Moreno trabaja sobre la reiteración a todos los niveles y urge colaborar con ella en el desciframiento de este mensaje que su pintura le dicta. Si David Cohn advierte que ella 'establece las condiciones de este encuentro pero, de algún modo, no participa directamente en su desarrollo, [sino que] habla a través del lenguaje definido por las reglas del juego', el Freud más incontestable, el de Más allá del principio del placer, mostró que el afloramiento de lo inconsciente se ve obstaculizado por la tendencia del sujeto a reprimir precisamente los momentos de su pasado que pudieran ser más representativos, quedando entonces 'obligado a 'repetir' lo reprimido como un suceso actual, en vez de recordarlo cual un trozo de pasado'. La repetición es pues tanto una mecánica (David Cohn recordó acertadamente el 'index' de Rosalind Krauss, 'el paso desde categorías representativas o simbólicas hacia una manifestación que simplemente registra el proceso de su propia inscripción') cuanto lo originario e insondable: si en su última serie quise yo mismo percibir 'una señal al fondo que ejerce una atracción irresistible', una 'vibración que posee cierto poder hipnótico' y concluí que 'sea cual sea el mensaje oculto en esta pintura, sólo podemos sentirlo dejándonos llevar por esa oscilación', la Rosalind Krauss de El inconsciente óptico confirma que 'el misterio que parece rodear a ciertas repeticiones de nombres o números, o algunas concatenaciones de objetos dentro de nuestra vida cotidiana, «nos fuerza a pensar -señala Freud- en algo fatídico e inevitable allí donde, en otras circunstancias, hablaríamos de 'casualidad'». (...) «Se diría que -afirma Freud-, aunque cada uno de nosotros ha atravesado la fase de desarrollo individual correspondiente al estadio animista del hombre primitivo, todos conservamos de esta fase ciertas huellas que pueden reactivarse, y que todo cuanto nos impacta como algo 'misterioso' cumple la función de remover esos vestigios de la actividad mental animista y darles expresión». Los no paisajes de Amelia Moreno (antítesis absoluta del retrato nihilista del no lugar), en tanto que espacios-estado claustrofóbicos de repetición, son en todos los sentidos 'un estado de partida, que lo inanimado abandonó alguna vez y hacia lo que tiende por todos los rodeos de la evolución', dice Freud, expresan la aspiración general de todo lo animado: 'la de retornar a la quietud del mundo inorgánico' (Más allá del Principio del Placer). Y ¿cómo no ver en ese movimiento, en esa vibración del gesto, el mar, cuyo eterno vaivén -situado más allá de la matemática humana, de lo mensurable- se descompone en miríadas de minúsculos movimientos? ¿O ese tiempo del que el Deleuze de Diferencia y Repetición dice que 'sólo se constituye en la síntesis originaria que versa sobre la repetición de los instantes'? Al conectar con lo misterioso, Amelia Moreno no 'renuncia a hacer obra' (Picon) y sin embargo, la radicalidad y la contemporaneidad de su obra -su diálogo con la historia, con la pintura, con la cultura- son tan evidentes que encajaría ésta en todos los supuestos que Baudrillard describió en su vitriólico El Complot del arte: ¿cómo es posible? No lo sé. Nunca he podido, ante estos cuadros, hacer otra cosa que mirarlos. Javier Rubio Nomblot
Actualidad, 28 sep de 2011
Ultimos fallecimientos en el mundo del arte
Por ARTEINFORMADO
En los últimos días han fallecido, dentro del mundo de las artes plásticas, las siguientes personas: ** Amelia Moreno, pintora (Quintanar de la Orden, Toledo, 1948 - Madrid, 23-09-2011). Su ...
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