Descripción de la Exposición En un mundo imaginario de espacios imprecisos, cielos multicolores y paisajes tan inciertos como poderosos habitan los personajes fantásticos que la imaginación de José Antonio Diazdel produce, y que transmite en una recreación cromática cargada de irrealidad intelectual al tiempo que su figuración se carga de ternura y humanidad. Una irrealidad que a poco que se mire con detenimiento se hace cercana al mismo tiempo que su composición cromática nos hace percibir las sensaciones para las que fueron diseñadas. Una irrealidad que en la cercanía se hace muy deducible, una irrealidad que puede querer materializarse. Podemos estar de acuerdo con Gerhard Richter cuando dice que en el arte abstracto el camino por recorrer es aún largo hasta su final, y en su recorrido de ficción ilustra una realidad que no se puede ver ni describir, pero cuya existencia podemos deducir. Es el caso preciso de lo que se ofrece en esta presentación. Una exposición donde la luz y el color adquieren el protagonismo absoluto en pos de conmover al espectador, una oportunidad para expresar mediante el cromatismo lo inmaterial de la expresión abstracta, aquello que los creadores del expresionismo más contemporáneo quisieron ofrecer en la primera mitad del siglo XX, y que efectivamente aún posee un largo recorrido, y del cual es ésta una buena oportunidad para percibirlo. Diazdel pinta campos de color donde flotan figuras entre lo etéreo y lo tangible, entre lo irreal y lo fantástico como oposición a lo concreto, proyectándose en un mundo imaginario alternativo sin pretender alcanzar el valor científico y mensurable que la realidad predica, sino acercando al artista a una dimensión que para él es metafísica, que lo sea de los espectadores depende del punto de vista de la observación y de la libertad que su pensamiento les proporcione. Pero independientemente de esto, siempre encontrará en la obra un aspecto nuevo que valorar, una nueva perspectiva que se corresponderá con el imaginario introspectivo del artista. La primera mirada nos puede llevar a pensar en una representación visualmente poderosa, en la observación detenida veremos que los elementos que componen cada obra se cargan de contenido; cada mancha de color tiene como finalidad acercar al espectador al mundo íntimo del artista. De sus fondos atormentados podría deducirse una reflexión rebelde sobre el mundo que le rodea, tal como ocurre con no pocos creadores de los años 50, sin embargo es rápidamente aplacado por la serenidad que trasmiten sus personajes, protagonistas concretos de un mundo irreal, una visión tranquila de un mundo proceloso que coincide con el propio carácter del artista. Los protagonistas de sus cuadros se nos muestran con una apariencia falsa de simplicidad, pero si se fija la mirada en la de los personajes que aparecen en el cuadro, en esas figuras que flotan en una nube de color, y que con sumo desparpajo se asoman a la sala, se podrá observar que no hay nada de simple en ellos, sino que aparecen desde ese espejo turbulento que les ha regalado el artista, y con sus ojos de metal nos devuelven la mirada que nosotros mismos les lanzamos, manteniéndose además con vigilante orgullo en ese otro mundo que Diazdel les ha procurado. Se sienten cómodos por más que a nosotros nos cueste entender el sentido de su arrogancia y seguridad, viene del decorado fantástico que les regala Diazdel.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España