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Casi 55 instantáneas tomadas entre los años 1932 y 1999 en Europa, Estados Unidos, China, Japón, India, Ceylán, Indonesia, Moscú y México, ponen de manifiesto la opinión del propio artista, que consideraba que 'el aparato fotográfico es un cuaderno de croquis, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, la muestra del instante que, en términos visuales, pregunta y decide a la vez. Para 'significar' el mundo, hay que sentirse implicado en lo que se descubre a través del visor. Esta actitud exige concentración, sensibilidad y sentido de la geometría. Es a través de una economía de medios y sobre todo de un olvido de sí mismo como se llega a la simplicidad de expresión.

  Fotografiar es retener el aliento cuando todas nuestras facultades convergen para captar la ... realidad esquiva; es en ese momento en que la captura de una imagen es una gran alegría física e intelectual.

  Fotografiar consiste en poner en el mismo punto de mira la cabeza, el ojo y el corazón. Es una forma de vivir'

  La exposición 'L'imaginaire d'après nature' es una ocasión excepcional para disfrutar de la herencia de uno de los padres del fotoperiodismo y cofundador de la Agencia Magnum Photos, que no solo estuvo en muchos de los más importantes acontecimientos del siglo XX, sino que retrató a sus principales protagonistas.

  Para Cartier-Bresson, capturar un instante, un 'instante decisivo' significaba captar toda la pasión e intensidad de ese momento, poder atrapar la historia que se presentaba ante el objetivo de su cámara y enfrentarnos a su significado y a sus contrastes.

  Aunque inicialmente realizó estudios de pintura, con apenas 23 años ya se dedicó a la fotografía y realizó sus primeros trabajos en Costa de Marfil. Con su inseparable cámara Leika, recorre casi todo el mundo, cursa estudios superiores de Bellas Artes y realiza algunos documentales llegando a ser asistente del director de cine Jean Renoir y, a partir de 1970 abandona la fotografía para dedicarse al dibujo.

  Su obra fotográfica está protagonizada por miles de ciudadanos anónimos, rostros en blanco y negro que dan contenido a imágenes que son documentales de una época convulsa e intensa. Entre otros galardones, recibió en 1981 el Gran Premio Nacional de Fotografía de Francia, y el Premio Novecento (Italia) en 1986.

  En París, una Fundación creada por él, su esposa y su hija, se encarga de exponer permanente su obra y sirve de espacio para otros artistas.