Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Porque esta identidad, bien débil por otra parte, que intentamos asegurar y ensamblar bajo una máscara, no es más que una parodia: el plural la habita. Michel Foucault Nietzsche, la genealogía, la historia (1971) La cultura occidental de ascendencia cristiana debe al Génesis, con la creación de los arquetipos de Adán y Eva, la leyenda original sobre el establecimiento de dos sexos y, en concordancia con ellos, dos géneros que representan dos maneras opuestas de estar en el mundo y de vivir nuestro cuerpo, incluidos sus deseos. El orden patriarcal, gobernado por este pensamiento, instituía el culto a las categorías duales de pares opuestos, de manera que toda actitud o comportamiento debiera encajar en uno u otro extremo: hombre/mujer, masculino/femenino, yo/otro, sujeto/objeto, bien/mal, etcétera. Las imágenes y el lenguaje, bajo el influjo de las tecnologías de control, han contribuido también a la reproducción y difusión de tales estereotipos. Todavía hoy, sorprende leer en el diccionario de la RAE que masculino equivale a varonil y enérgico, mientras lo femenino es calificado de débil y endeble. La identidad générica, asignada de acuerdo con el sexo biológico, ha sido mayoritariamente aceptada como un patrón homogéneo, inalterable y cerrado, regido por una lógica binaria de carácter excluyente que se repite una y otra vez. Y lo otro sigue quedando al margen de un canon heteronormativo que no sólo afecta al género o al sexo, sino también a la raza o a la etnia e incluso a la posición económica y social de cada cual. A partir de los años sesenta, los análisis feministas, los estudios gays y lésbicos y, más recientemente, las teorías queer han intentado desmontar la relación causal entre sexo y género, afirmando que la identidad es una construcción socio-cultural y lingüística de marcado carácter ideológico, que se encuentra mediada por las relaciones de poder y que, lejos de articularse como un modelo rígido o definitivo, se define más bien por su carácter nómada, flexible y abierto. Más allá de los imperativos de orden social o simbólico, el sujeto constituye un significante no estable, detrás de cuya identidad genérica no se esconde ninguna verdad inmutable. Judith Butler sostiene que el género siempre es un hacer, en el sentido de que representa un acto performativo o una acción que se materializa mediante la repetición ritualizada de categorías subjetivas que, paradójicamente, no disponen de original (algo así como la copia de una copia). En esta línea, determinados planteamientos feministas, igual que el activismo drag y las prácticas transgénero posteriores, han puesto en tela de juicio, erosionado y desestabilizado las heterodesignaciones genéricas heredadas para dar cabida a otras voces, poniendo en escena identidades alternativas, minoritarias, orilladas o silenciadas, que traspasan las barreras normativas del patriarcado y su peligroso determinismo biológico y comportamental. Entre las versiones hiperbólicas del hombre masculino y de la mujer femenina, existen infinitas variaciones y subjetividades ricas en matices que proporcionan el marco de análisis de esta exposición colectiva. Las contorsionistas de Ángeles Agrela, por ejemplo, son personas formidablemente flexibles, capaces de hacer con su cuerpo lo imposible, mientras que la joven que porta un enorme sillón rojo de Carmen García Bartolomé es mucho más fuerte de lo que cabía esperar. Marco Fagundes Vasconcelos ofrece un interesante giro lingüístico para presentarnos la mascarada de su tía, que en realidad es un hombre, y Pablo Burgos explora la inestabilidad identitaria a través de la figura del cruiser. Otras obras aportan una visión más ácida del binomio sexo/género, como ocurre con los matrimonios a los treinta y a los cincuenta de Antonio Díaz Grande, que pervierten cualquier intento de mitificar los roles de género, o los recortables de Violeta Caldrés que, siguiendo a Foucault, ironiza sobre cómo las relaciones de poder se explicitan también en la sexualidad. Paco Guillén, por su parte, desvincula al sujeto de cualquier adscripción de género o de sexo para centrarse en otro tipo de cuestiones identitarias. Todas estas reflexiones vertidas sobre papel -un soporte tan frágil, dúctil y delicado como la propia noción de identidad- entrañan una serie de procesos creativos que comparten con las representaciones de género ese carácter no definido, poco afín a las clasificaciones y, sobre todo, una valiosa facultad para ser habitadas por lo plural en su expresión más libre.
Exposición colectiva con obras de Ángeles Agrela, Antonio Díaz Grande, Carmen García Bartolomé, Marco Fagundes Vasconcelos, Pablo Burgos, Paco Guillén Abrante y Violeta Caldrés.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España