Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------
Anna Malagrida presenta una de las trayectorias profesionales más interesantes del arte contemporáneo español. Desde 1998 ha desarrollado múltiples exposiciones y recibido distintos premios y galardones, como el otorgado por los Rencontres Internationales de la photographie d Arles en 2005. Sus trabajos están presentes en importantes colecciones particulares y públicas nacionales e internacionales. La exposición, aunque no muestra su trayectoria artística al completo, se presenta en forma retrospectiva. Entre las obras seleccionadas, encontramos varias de sus series más conocidas, como Interiores (2000-2001), En la sombra (2005-2006), y se muestran las últimas obras realizadas, parte de ellas inéditas y creadas para este proyecto, como las series Point de Vue (2006) o Escaparates (2008-2009).
Su trayectoria como fotógrafa se inicia en 1988, año en que se matricula en la Universidad Autònoma de Barcelona, donde se licenciará en Ciencias de la Información. Decidida a trabajar con el medio fotográfico, continúa su formación en la École Nationale Supérieure de la Photographie de Arlés en 1993. Allí entra en contacto con la creación contemporánea, descubriendo a una generación de fotógrafos que se convertirán en sus primeros referentes, como Jeff Wall, de quién toma el uso teatral y enfático de la luz que tanto le interesa desde el principio.
A partir de 1998, desarrolla una visión más personal, entendiendo los lenguajes sin fronteras y de forma dilatada. A través de la fotografía y el vídeo, sus imágenes comienzan a estructurarse mediante la poética de la oposición entre espacio interior y exterior, luz y oscuridad, trasparencia y opacidad, realidad y representación, centrándose en estudiar la relación de la fotografía con el mundo contemporáneo.
A lo largo de toda su obra, queda patente la reflexión constante sobre el estatuto de la imagen en la actualidad, los límites de la fotografía y la dualidad de la mirada. Este aspecto es desarrollado a través de uno de los recursos más estudiados en la historia del arte que se convierte en protagonista absoluto en toda su obra: la ventana. Una ventana que tiene un papel muy claro: es el límite entre el interior y el exterior, a través del cual consigue que el espectador se comunique con la propia imagen fotográfica. Siempre como encuadre y como vehículo de conexión, a veces es simplemente un vidrio transparente que no interfiere en nuestra percepción, pero en otras ocasiones adquiere un carácter deliberadamente pictórico que nos remite al informalismo europeo y al expresionismo abstracto americano.
Sin embargo, no todo es visible en la obra de Anna Malagrida. El recurso de la ventana como encuadre hace que siempre haya algo que queda 'fuera de campo', de este modo, el espectador se convierte en parte activa de la contemplación, y con él, su imaginación. Este interés por la experiencia del espectador remite a la idea de voyeur y permite reflexionar sobre la mirada, esencia de lo visible.
Frente a la idea tradicional de instantánea, Malagrida es consciente de que la fotografía no es solo un reflejo fiel de la realidad. Va más allá de lo representado y construye imágenes donde queda presente la huella de lo real, creando obras tan poéticas como contenidas. A través de todas sus obras pone de manifiesto una dimensión muy particular: aunque la cámara nos muestre el exterior, nos ofrece a su vez la posibilidad de visualizar nuestro interior, nuestra propia sensibilidad.
RECORRIDO DE LA EXPOSICIÓN
La exposición recorre la evolución artística de Anna Malagrida planteando un recorrido temático que no siempre sigue los criterios cronológicos ya que son las propias obras las que lo articulan.
Interiores, 2000-2001
La serie Interiores está formada por 16 fotografías divididas a su vez en dos subseries: una pequeña colección de retratos de personas del entorno cercano a la artista en sus espacios cotidianos; y una serie de fachadas de un conjunto de edificios parisinos que responde a la estética del neoplasticismo, complementando así a las primeras fotografías con una visión más distanciada pero no por ello menos poética.
Los retratos de Interiores, centrados en subrayar la sensación de extrañamiento, son escenas cuidadosamente construidas, donde los rostros de los personajes quedan iluminados por una fuente de luz que potencia su sensación de aislamiento. La mirada de los retratados queda suspendida, centrada en algo más allá del encuadre que el espectador tiene que imaginar. La privacidad de los retratos queda contextualizada al mostrar las fotografías realizadas a partir del interés de Malagrida por las fachadas de la Village Mouchotte en París, un gran complejo de viviendas diseñado a finales de los años 60 del siglo XX por Sylvain Dubisson, que responden al esquema del espíritu del Movimiento Moderno. La retícula racional de la propia superficie acristalada se convierte en escaparate de los interiores ofreciendo pequeñas historias para el Voyeur. Los espacios quedan ordenados gracias al esquema ortogonal, que a su vez pone de manifiesto la idea de incomunicación que veíamos en los retratos.
En la sombra, (2005-2006)
Interiores se complementa con la videoproyección En la sombra, conformada por cinco vídeos filmados desde el exterior de un ventanal, donde Malagrida nos presenta escenarios en los que se desarrollan acciones a ritmo muy lento. Cada uno de los vídeos presenta escenas muy estáticas, casi como si fuese un plano fijo. Un audio con sonidos tomados del exterior de la calle acompaña la proyección. Formalmente las escenas aparecen divididas en tres partes, de las cuales solo dos son visibles. Esta limitación del espacio consigue captar, una vez más, la atención del espectador, que se ve obligado a reconstruir por sí mismo lo que la artista ha dejado 'en la sombra'. De este modo, se convierte de nuevo en voyeur y nos devuelve a las fachadas de Interiores. Así, Malagrida cierra el ciclo abierto con los retratos a través de una reflexión sobre la mirada que va más allá de lo representado.
Vistas Veladas, 2007
En 2006, Anna Malagrida lleva a cabo un viaje a Jordania que dará lugar a dos trabajos complementarios: Vistas Veladas y Danza de Mujer.
La ciudad de Amman (Jordania) es la protagonista de la serie Vistas Veladas, compuesta por varias fotografías tomadas desde los ventanales de algunos de sus hoteles de lujo. El punto de vista elevado, relacionado con la mirada del poder, ofrece una vista privilegiada sobre la ciudad. La extraña luminosidad de las imágenes, provocada por un accidente ocurrido durante la toma de las fotos, llama poderosamente la atención. Los rayos x emitidos por el sistema de seguridad de los hoteles afectaron accidentalmente a la película fotográfica desapareciendo la precisión de la imagen. La incorporación del incidente al proyecto añade un nuevo componente simbólico que hace referencia a la vulnerabilidad de la mirada, frágil a la vez que efímera.
Danza de mujer, 2007
El vídeo Danza de Mujer fue grabado en el desierto jordano. Reproduce el interior de un refugio, donde una pequeña celosía ha sido cubierta por un velo de color negro que, animado por el viento, muestra más cuando cubre que cuando se levanta. El 'baile' del velo es una metáfora visual asociada a la carencia de autonomía de las mujeres musulmanas, cuestionando a su vez los límites de la imagen.
Point de Vue, 2006
En Point de Vue -que en francés tiene dos significados: 'Punto de Vista' y 'vista nula'- Anna Malagrida recurre de nuevo al tema de la ventana como frontera y como paso, pero en esta ocasión volviendo a un espacio ligado a la memoria personal de su infancia. La autora ha fotografiado metódicamente todas las ventanas de las salas colectivas del antiguo Club Mediterranée, un centro vacacional francés situado en el Cabo de Creus donde ella iba de niña. Expropiado por el estado español al declararse Parque Natural, llevó a cabo las fotografías justo antes de su demolición, en un gesto melancólico con el deseo de reflexionar sobre la 'imposibilidad de recuperar un paisaje, un recuerdo'. Las ventanas están parcialmente cubiertas con brochazos de 'blanco España' que, recortadas por las inscripciones de paseantes, crean composiciones abstractas convirtiéndose así en pantallas de carácter muy pictórico. Sin permitir la completa visión de lo que hay al otro lado, vuelve de nuevo a construir una metáfora sobre la representación fotográfica.
Escaparates, 2008-2009
Al igual que en Point de Vue, las imágenes de Escaparates muestran una serie de ventanas cubiertas con brochazos de pintura blanca. A diferencia de la serie anterior, ya no es la memoria la que conforma el discurso, sino una mirada al paisaje urbano. Tomando como antecedente a Eugène Atget, la artista presenta una serie de escaparates de comercios parisinos que están cerrados o en proceso de remodelación, y propone un juego inverso: las ventanas son fotografiadas desde la calle, no desde su interior, que desaparece dejándonos solo el reflejo de una ciudad viva de nuevo bajo la evidencia de un gesto pictórico que roza lo abstracto.
En Escaparates el tiempo se muestra como transformación. No hace referencia a la nostalgia de una realidad perdida, sino a la fugacidad que conlleva la desocupación o la reforma de un espacio.
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