Descripción de la Exposición
La instalación escultórica de Francesc Torres Lluvia uniforme o más de una gota de agua posee una historia reveladora. Fue concebida (aunque no ejecutada) en 1968 como propuesta para una obra de artes de nuevos medios -en esa época, el video entraba en la categoría de 'nuevo'- cuando Torres, con veinte años, vivía en París y trabajaba como ayudante del escultor con tendencias tecnológicas Piotr Kowalski. Se puso a prueba por primera vez de forma rudimentaria en 1973, en el sótano de un colegio en Chicago, poco después de la llegada de Torres a Estados Unidos. No se ejecutó totalmente hasta 1996 en Valencia, para la retrospectiva que organizó el IVAM coincidiendo con los años intermedios de la carrera de Torres. Y ahora, más de cuarenta años después de su concepción, la obra regresa para convertirse en la pieza central de la cuarta exposición individual de Torres en la Galería Elba Benítez, marcando un hito en las celebraciones del veinte aniversario de la galería.
Lluvia uniforme consiste en un sistema de transfusión intravenosa por goteo pensado para aplicaciones médicas, pero que aquí, en lugar de estar conectado al brazo de un paciente hospitalizado, se conecta mediante una video cámara a una serie de pantallas de video. El sistema de goteo de Lluvia uniforme hace circular agua, y cada gota -su caída, el sonido que produce, las ondas que provoca- se retransmite en tiempo real a los monitores en el espacio expositivo. De este modo, cada gota de agua individual se multiplica tecnológicamente y se convierte en un pequeño chaparrón; o más bien en una representación controlada, una reafirmación de la lluvia, una lluvia 'uniforme', desprovista del flujo aleatorio de la lluvia real.
El agua se expresa como luz, la naturaleza como artificio, el caos como orden; el proceso es fundamentalmente metafórico, y en él Lluvia uniforme revela su deuda con la tradición catalana de poesía visual y con la obra del primer mentor de Torres, Joan Brossa ('Todos le debemos algo a Brossa', ha dicho Torres sobre la generación de artistas catalanes a la que pertenece). Por añadidura, más allá de la belleza y la delicadeza potenciales de la metáfora poética visual, este mismo principio operativo -reafirmación y readjudicación de significado desde un sistema a otro- funciona como reflejo del proceso lingüístico profundamente enraizado que fija por fuerza la volatilidad 'real' del significado en la uniformidad del lenguaje, y quizás del arte mismo. Estas capas de reflexibilidad se encuentran estratificadas con gran agilidad en Lluvia uniforme, que en última instancia, mediante su singular historia, adquiere una capa más de metáfora, perfectamente adecuada a una obra que gira en torno al agua: la metáfora de la persistencia.
La persistencia de Lluvia uniforme a través de fases y estados diferentes durante cuatro décadas (y seguimos contando) es un paralelismo metafórico del sistema hidráulico al que pertenece cualquier gota de agua en cualquier lugar. Como resultado, la metáfora central en Lluvia uniforme, mediante la acción del tiempo, se intensifica y conduce a una 'acumulación de complicidades', como el propio Torres escribió sobre la obra en 'El arte conceptual, el cuento de la lechera y el fantasma de la Tercera Internacional.? Además, en este mismo texto Torres sigue desarrollando la metáfora directriz de Lluvia uniforme, vinculando la persistencia de la obra poética visual a la persistencia de los ideales políticos de toda su vida.
El agua, como todos sabemos, ni se crea ni se destruye, sino que persiste, y de hecho ejemplifica la persistencia. Lluvia uniforme fue concebida en 1968 por un artista joven, idealista y políticamente comprometido, y nada menos que en París; en otras palabras, un momento y un lugar caracterizados por la fuerza y el ímpetu de unos ideales juveniles y políticamente comprometidos. Pocos estarían en desacuerdo con la idea de que 2010 está muy lejos de 1968. Pero fugaz juventud aparte -- todos esos ideales, ya sean políticos, éticos, artísticos... ¿Dónde están ahora? ¿Persisten, y lo hacen como tales? ¿Cuando desaparecen de vista se extinguen, o simplemente cambian de estado para seguir circulando, como el agua en el sistema hidráulico? ¿O bien, al contrario que el agua, se crean y se destruyen? Y si éste es el caso, es posible algún tipo de clímax hegeliano, un clímax capaz de romper el inexorable ciclo dialéctico, capaz de obviar la necesidad y la función de tales ideales? ¿O la mera consideración de semejante clímax es ya otro 'ideal'?
Estos interrogantes pertenecen plenamente al presente, a nuestra propia época: o sea, que ?ha llovido mucho? desde 1968, como Torres comentaba en referencia a Lluvia uniforme. Pero el simple hecho de que Lluvia uniforme siga capaz de generar tales preguntas es signo de la notable frescura que la obra conserva. La lluvia continúa: el río de la historia sigue fluyendo.
George Stolz
Pionero de instalaciones de arte en los años 70, Francesc Torres (Barcelona, 1948) ha formado parte de los circuitos internacionales de arte contemporáneo durante las últimas cuatro décadas. El trabajo de Torres se extiende desde sus primeras instalaciones escultoricas, estructuradas conceptualmente y de orientación poética, hasta sus más recientes proyectos multimedia que exploran los temas de la memoria, el poder, la política y la historia. Torres ha expuesto ampliamente, incluyendo destacadas exposiciones individuales en el Whitney Museum of Modern Art, el Carnegie Institute, el International Center for Photography, el Stedilijk Museum, el Reina Sofía y el Macba, y su trabajo forma parte de numerosas colecciones privadas y públicas en todo el mundo. Torres reside en la actualidad entre Barcelona y Nueva York
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España