Descripción de la Exposición 'Regidos bajo el signo de Eros y Tánatos, el gozo y el dolor, la vida y la muerte, conviven en continua interacción, subrayando el perfil más emocional de nuestra condición humana. La joven artista Zaira Rasillo, a través de su nueva exposición Petite Mort, recrea ese momento de fugaz abandono que sucede al placer y que nos remite al mismo tiempo a la génesis y al final de nuestra propia existencia. Zaira Rasillo configura el EspacioMeBAS como una obra única y global, mediante la cual crea un fascinante universo estético, ambiguo y susceptible de múltiples lecturas, en el que está presente el fuerte influjo de la iconografía cristiana, empleada de forma muy sugestiva y sensual, forjando un itinerario trazado entre los vericuetos del pecado, el castigo y el deseo. En el centro de la sala, la artista dispone tres escaleras entrecruzadas que se prolongan hacia la parte superior. Estas escaleras son el punto en el que convergen los diálogos entre las obras que conforman el resto de la exposición, todas están estrechamente relacionadas, se enriquecen y complementan, aunque cada una posea una intencionalidad diferente. Atributo esencial en el imaginario de la Crucifixión, las escaleras constituyen un vínculo directo entre el cielo y el infierno. Subrayando la delgada línea que separa ambas entelequias, Rasillo reivindica la libertad del individuo para tomar un camino de ascenso o descenso, sin entrar en valoraciones acerca de la conveniencia de uno u otro, sin especificar dónde se encuentra la condena y dónde la salvación, más bien estableciendo una dualidad entre las dos. La tipología del EspacioMeBAS, abierto en su parte alta, es ideal para este tipo de intervención, ya que refuerza la idea de ascensión ilimitada, la reflexión que realice el espectador puede ser interminable y generar numerosos desenlaces. Al iniciar el recorrido por la exposición, la intervención que Zaira Rasillo realiza en el muro lateral de la sala, reclama de inmediato la atención del espectador, y para llevarla a cabo, utiliza nuevamente uno de los 'arma christi' de la Pasión; los clavos, con los que perfila las letras que componen un versículo del evangelio de San Juan: 'Mi carne es verdadera comida'. El metal y la superficie abrupta intensifican el significado de la sentencia, la dotan de mayor gravedad, el mensaje clavado es mucho más penetrante, podría decirse que se refuerza la percepción del mismo. Sin desdeñar la connotación salvífica que esta frase posee en el relato evangélico, Zaira Rasillo la reformula y abre la puerta a otros matices de carácter más profano, asocia la carne al tradicional concepto de debilidad y pecado, pero también al de objeto de deseo, como una vía hacia el placer, y el placer como una necesidad vital. Al término de esta frase unos cuantos clavos aparecen en el suelo, ¿se han soltado del muro o aún faltan por poner...? Cualquier respuesta es válida, Petite Mort, se cimienta en la ambivalencia y en la duda que engrandece cualquier discurso. El muro del fondo del EspacioMeBAS, es ocupado por una fotografía de gran formato en la que nuestra artista, indagando en su propia identidad, se autorretrata tendida sobre un lecho blanco. La imagen es muy sugerente, fusiona diferentes conceptos y no puede enclavarse en un único contexto. Por un lado desprende una sensualidad ensoñadora, lírica y espiritual, pero también manifiesta una plenitud del deseo carnal. Debido a su disposición vertical, posee una tendencia a la ascensión, comparable en cierto modo a una contenida asunción cristiana, parece manifestar el deseo por despojarse de su naturaleza finita y terrenal para acceder al ámbito de lo divino y eterno. La inclusión de plantas y frutos confiere a la imagen un carácter exuberante relacionado con el pecado, subrayado aún más si cabe por la aparición de las manzanas, el fruto prohibido del Paraíso, la representación de la tentación y de la debilidad de la conducta humana. Los fuertes contrastes de color entre el negro de la pared, el blanco del lecho y el potente rojo de las frutas establecen una analogía con el pecado, la pureza, la sangre y la divinidad, determinando de nuevo que la sinergia entre conceptos contrarios o dispares también es posible, en ocasiones incluso irremediable. En la otra pared lateral de la sala se exhiben una serie de fotografías en las que se aprecia un contenido sexual más agresivo y que conectan íntimamente con el versículo de San Juan que se encuentra frente a ellas. Entre estas imágenes, clavadas en el muro aparecen las frases 'no entrar' y 'no mirar', la prohibición acrecienta el deseo, y nos incita a la tentación e inevitablemente al pecado. Una de las imágenes más provocadoras es la de un pollo desplumado con ataduras, que por su disposición, se constituye como un icono claramente lascivo, nos remite a la concupiscencia violenta e irracional, a la coacción y la muerte. Pero sobre esta visión, también planea la sombra del prejuicio, que frecuentemente oprime al pensamiento y las sensaciones. La intencionalidad de la obra es evidente, pero al fin y al cabo representa un animal, es comida, y en cierto modo, son nuestros prejuicios los que le otorgan ese carácter sexual explícito y perturbador. Resulta sumamente interesante la impactante fotografía en la que Zaira Rasillo se muestra con un pedazo de carne cruda surgiendo de su boca, la carne, símbolo del pecado parece salir de su ser, podríamos hablar de una purificación, el pecado y la culpa se evaden del cuerpo que las contiene, como si se hubiera librado una batalla ganada por el espíritu. Aunque de nuevo, se puede desdoblar el significado y entender que esa carne cruda, tendente a la corrupción y a la caducidad, penetra por la boca, para instalarse definitivamente en su interior, el pecado es entonces asumido como sustancia esencial del ser. También en esta zona dispone dos fotografías complementarias entre si, en una de ellas aparece una manzana sangrante tras haber sido mordida, y en la otra, la parte inferior de un rostro al que pertenece la boca de quien ha dado el mordisco, que a juzgar por el gesto, parece que se complace de haber caído en la tentación. Esa sangre que mana es muerte, pero también es vida, por lo tanto la condena no es el único designio del acto de pecar. Siguiendo una línea iconográfica similar a la de estas dos fotografías, incorpora otras dos más pequeñas, con unos tomates, de las que podría decirse que son naturalezas muertas muy vivas. La intervención de esta pared, se completa con la inclusión de una imagen muy particular, en la que torso y cabeza se duplican simétricamente formando un único cuerpo, sobre el pecho reposan pedazos de carne que forman un gran corazón. Es un trabajo sobre el ser y su multiplicidad, sobre su constante transformación y sobre la repercusión interna del pecado que hace que el corazón se ponga al descubierto y muestre su auténtica dimensión. Toda la muestra se encuentra sometida al juicio inherente al acto de pecar. A través de un vídeo, 'El ojo que todo lo ve' está presente, revestido de un carácter divino vigila todo el espacio y restringe la libertad, causando de esta forma una 'pequeña muerte' más. Pero el acto de juzgar es un instinto tan divino como humano y por eso se proyecta en el espectador, que forzosamente también es juez, su conciencia es la única que puede determinar la auténtica esencia del pecado y de la exposición en si. De esta forma, Zaira Rasillo hace realidad la pretensión de involucrar al espectador como elemento activo de una muestra tan personal como excepcional, cargada de metáforas y que desprende una energía visual arrolladora.'
Mercado, 29 jun de 2011
El espacio vigués PM8 sigue incorporando artistas a su nuevo proyecto
Por ARTEINFORMADO
Entre las primeras incorporaciones a espacios que ARTEINFORMADO ha encontrado esta semana, destaca la del joven artista Olmo Cuña Carracelas (Vigo, 1983 - vive y reside en Berlín), en la ...
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España