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Exposición / Mondo Galería [ESPACIO CERRADO] / San Lucas, 9 / Madrid, España
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Cuándo:
06 may de 2010 - 24 jul de 2010

Inauguración:
06 may de 2010

Comisariada por:
Diego Alonso

Organizada por:
Mondo Galería

Artistas participantes:
Antoine D'Agata
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Madrid 

       


Descripción de la Exposición

Con esta exposición la galería inaugura un nuevo espacio y una nueva etapa. Antoine D Agata (Marsella, 1961) es uno de los grandes de la fotografía. Miembro de la agencia Magnum, mezcla en sugerentes imágenes su experiencia personal con el documento social. Fotografía analógica directa enmarcada en madera con cristal

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La noche, el sexo, el vagabundeo... y la necesidad de fotografiarlo todo, no como un acto reflexivo, sino como el simple acto de enunciar experiencias ordinarias o extremas... la práctica fotográfica es inseparable de un modo singular de entender la existencia, donde el riesgo, el deseo, la inconsciencia y el azar son elementos esenciales. Sin posicionamientos morales, ni juicios, simplemente la ética de la afirmación que es necesaria para explorar ciertos universos; es necesario compartirlos hasta el límite, sin precaución alguna. Un viaje al acto fotográfico, a los límites de la desaparición, del éxtasis y de la muerte.

Intento establecer una estilo nómada, parcial y personal, sistemática e instintivamente, de espacios físicos y emocionales en los cuales yo soy enteramente protagonista. Evito definir antes lo que voy a fotografiar. Voy tomando las imágenes azarosamente, de acuerdo a encuentros casuales y circunstancias. Las elecciones, en la medida de lo posible, son subconscientes. Pero las obsesiones permanecen constantes: la calle, el miedo, la oscuridad y el acto sexual.... no hablar quizá, en el fondo, más que del simple sentimiento de existir.

Más allá de las almas perdidas y la deriva nocturna, las escenas de fellatios y los cuerpos abandonados, mi fotografía intenta traducir la escisión de los cuerpos y sentimientos, revelar fragmentos de la sociedad que escapan a cualquier análisis y visualización instantánea del acontecimiento, pero no obstante, no dejan de ser elementos esenciales.

La brutalidad de la forma, la intensidad de la visión nos obliga, más que las imágenes que pretenden documentar, a involucrarnos en la realidad que estamos viendo. Entonces el espectador puede existir, ya no encontrándose en la posición de voyeur o consumidor sino compartiendo una experiencia extrema, preguntándose acerca del mundo y de sí mismo.

El cuerpo a cuerpo que presenta mi trabajo es un desplazamiento constante de la frontera entre los otros y yo mismo, de modo que el centro del tema racional y consciente desaparece, estallando siempre el entre-dos de un encuentro efímero. El sentimiento de la pérdida del tema puede parecer paradójico en un trabajo documental en el que intento imponer mi subjetividad, en una autobiografía nacida del viaje y del vagabundeo, pero el strip-tease emocional que vuelco a éste diario fotográfico íntimo parece llevarme ineluctablemente a esa desaparición.

 

Una fotografía no es más que una mentira. El espacio está recortado, el tiempo manipulado. Los falsos semblantes incontrolables de una imagen están condenados a escoger entre la hipocresía -o buena conciencia- y la ficción. El lenguaje utilizado es normalmente un lenguaje de clase, dominante pero alienado, ignorante de su propia materia: apariencia, ambigüedad, el imaginario. En mis fotografías, en mi práctica ordinaria de la mentira, no puedo pretender describir nada que no sea mi propia situación - mi forma de ser, mis desequilibrios íntimos... incluso no puedo comentar sobre otra cosa que la insignificancia del momento fotográfico.

 

Adeptos a la antología, de un conocimiento reducido, de experiencias abortadas, nos apropiamos los gestos, desviamos los actos y vomitamos las señales que 'indican' nuestra relación con las imágenes y determinan nuestra percepción de una realidad que se ha convertido en hipotética. Y así, el mundo se limita a íconos, a un altar frente al cual el fotógrafo practica sus rituales. Pero, si la liturgia, el orador y el sermón siguen siendo elementos del culto en vigor, entonces para el fotógrafo, verdad y libertad se encuentran sólo en el espacio de la confesión.

 

Intento distanciarme de cierta fotografía documental que utiliza con frecuencia símbolos muy fáciles de leer y asimilar, para plasmar realidades complejas, en un equilibrio siempre cuestionado entre la fotografía como instrumento de documentación y la fotografía enteramente subjetiva. Lo que me importa no es la mirada que tiene el fotógrafo sobre el mundo, sino las relaciones íntimas que él mantiene con ese mundo.

 

Creo que las únicas fotografías que tienen una existencia propia son las imágenes 'inocentes'. Las encontramos en álbumes familiares o en los archivos policiales. Más allá de servir como simple documentación de la realidad o de cierto sentido estético, atestiguan el rol del fotógrafo, su implicación, la autenticidad de su posición en una situación dada. La composición, la luz, la narración, ya no son para mí problemas fundamentales, sino mentiras superfluas. Lo que me interesa hoy en día en una imagen es la perspectiva que justificó el acto fotográfico, la interferencia de la experiencia y de la puesta en escena, la textura, la materia, la función del autorretrato, el individuo, la incoherencia de la secuencia desplegada, la reconstrucción maníaca de experiencias desordenadas - las fotografías, como las palabras, se sienten solas cuando están aisladas...

 

Para criticar en un modo coherente, la dominante imagen actual exige una fotografía que sea lúcida en medio de la confusa situación de su experiencia, entre el ojo y la mirada, la cámara y el inconsciente, sobre la impureza fundamental de su informe real y ficticio. Este enfoque no puede concebirse más que como múltiple, asociando a veces a técnicas y prácticas opuestas en el uso del lenguaje fotográfico, trato de dar cuenta de las contradicciones inherentes a la 'función' del fotógrafo documental, supuestamente dedicado a traducir una realidad dada mientras no relata más que una suma de experiencias.

 

Entonces puedo hacer uso del mundo para mis propios fines y en una experiencia básicamente solitaria, remodelarlo, y transformarlo a voluntad, hacer de cuenta que, sin imágenes, el mundo ya no existe.

 

Antoine d'Agata, 2004

*Traducción Diego Alonso 2010


Imágenes de la Exposición
Antoine D´Agata

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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