Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Del 7 de octubre de 2010 al 23 de enero de 2011 el Museo Guggenheim Bilbao acogerá La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum, una magnífica selección de obras maestras provenientes del Städel Museum de Frankfurt, una institución de gran relevancia en Europa que alberga una colección única de la denominada Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del siglo XVII, la época de mayor hegemonía neerlandesa. La muestra, que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA, ofrece al visitante, a lo largo de la tercera planta del Museo, un recorrido por 130 obras maestras de este período, en su mayoría nunca antes exhibidas en España, que evidencian, en la pintura de historia y en el retrato, así como en el cuadro de género, en los paisajes y en los bodegones, el gusto específico y los ideales particulares de la elite holandesa. Comisariada por Jochen Sander, Subdirector y Conservador de pintura Alemana, Flamenca y Holandesa del Städel Museum, la exposición incluye obras maestras de más de 80 artistas, entre los que se encuentran los más relevantes de este período: Jan Vermeer, Rembrandt, Frans Hals, Peter Paul Rubens, los Brueghel, Jordaens y Teniers, Gerard ter Borch, Jan Steen, Jan van Goyen, Cornelis de Heem, Karel van Mander, Dirck van Baburen, Abraham Mignon o Adriaen Brouwer, entre otros. En las décadas posteriores a 1568, cuando los Países Bajos se rebelaron contra el dominio de los Habsburgo españoles, las Provincias Unidas del Norte lograron convertirse en una potencia decisiva del comercio mundial. Sobre este trasfondo se formó un sentimiento de identidad y orgullo nacional y la elite comercial burguesa, que en esos años acumuló inmensas fortunas, quería reconocer sus valores e ideales en los cuadros con los que adornaba sus estancias. Esta época de bonanza económica, que se reflejó en la calidad de la producción artística holandesa, se denominó, desde el punto de vista historiográfico, la Edad de Oro. Las pinturas holandesas y flamencas del siglo XVII ya ocupaban un lugar primordial en la colección del comerciante y financiero de Frankfurt, Johann Friedrich Städel (1728-1816), que pasó a conformar gran parte de los fondos del Städel Museum, creado tras su muerte, en 1816, en la metrópolis comercial de Frankfurt. Los fondos de su colección, que desde hará pronto 200 años se han ido integrando con donaciones y compras programadas de destacadas obras individuales, ofrecen una visión general de la pintura europea desde 1300 hasta el presente. Concretamente, la colección de pintura holandesa y flamenca de la Edad de Oro, ganó notoriedad en el siglo XIX y comienzos del siglo XX, situándose entre las más destacadas del mundo, gracias a extraordinarias adquisiciones que aún hoy día la continúan enriqueciendo. Alcance de la muestra El Museo Guggenheim Bilbao presenta una extensa selección de pinturas holandesas, enriquecida por significativas obras flamencas representativas del Barroco, en un recorrido temático por cinco grandes secciones, que se corresponden con los grandes géneros de la pintura en los que los artistas de la época se especializaron: Naturalezas muertas, Historia, Paisaje, Retrato y Pintura de género e interior, evidenciando los gustos de la elite holandesa. Los logros de la llamada Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca, un período que abarca desde aproximadamente 1580 hasta principios del siglo XVIII, se representan de forma excepcional en El geógrafo, una de las obras maestras del gran pintor holandés Jan Vermeer, que se muestra en España por vez primera. La elegancia pictórica y colorista, la delicadeza óptica, la fusión de niveles de género consolidados y la unión del arte con la ciencia se combinan para convertir a esta pintura en un símbolo de la pintura holandesa de esta época y, por lo tanto, en uno de los ejes centrales de la exposición. Por primera vez desde su apertura, el Museo Guggenheim Bilbao acoge una obra de este gran maestro, precursor en el uso de herramientas ópticas como la cámara oscura, que a lo largo de su trayectoria produjo poco más de una treintena de obras y cuya relevancia en la historia del arte no fue reconocida hasta doscientos años después de su muerte. Naturalezas muertas La muestra de los fondos de pintura holandesa y flamenca del Städel Museum arranca con una magnífica selección de bodegones en la sala 304. La naturaleza muerta se estableció como género pictórico independiente por primera vez a finales del siglo XVI, casi al mismo tiempo en los Países Bajos y en Italia. Dentro de la jerarquía de géneros, para la crítica artística del siglo XVII, la pintura de naturalezas muertas ocupaba un lugar secundario por la representación de objetos inanimados. Sin embargo, los bodegones de la Edad de Oro compensaron sobradamente la carencia de interacción humana mediante una reproducción realista detallada, que fascinó a los coleccionistas de la época. De hecho, muchas de estas obras eran codiciadas en el mercado de arte internacional y se convertían automáticamente en símbolo del estatus de su propietario. En el siglo XVII el bodegón era lo contrario a la mera reproducción del mundo visible. Los ramos suntuarios del reconocido Jan Brueghel el Viejo contienen interpretaciones alegóricas o morales, además de una notoria escenificación del lujo y la exquisitez de las plantas que exhiben, como Ramo de flores en un jarrón de vidrio, situado en la sección de pinturas de gabinete de la sala 303 por su pequeño tamaño. Sin embargo, las piezas florales de la pintora Rachel Ruysch, la artista femenina más reconocida y de mayor éxito de su época, anteponen a la evocación moral el interés por la veracidad botánica y zoológica. Ramo de flores en vasija de vidrio es un magnífico ejemplo de su notable talento pictórico. Por su parte, las vanitas exhiben de un modo ostensible motivos que evocan lo perecedero de los bienes terrenales y representan la quintaesencia del sentimiento barroco de la vida, como demuestra la magnífica Vanitas de Peter Willebeeck, maestro del gremio amberino de San Lucas. Los bodegones también cumplieron la función de demostrar las pretensiones de estatus de sus propietarios. A medida que las compañías comerciales holandesas dominaban en gran medida el comercio mundial y que la elite burguesa amasaba inmensas fortunas, los objetos representados se volvían más exóticos y valiosos, y su disposición cada vez más elaborada, como muestra Bodegón suntuario con gorriones copulando, obra maestra de Cornelis de Heem. En el monumental Bodegón con peces sobre una mesa de cocina, del artista amberino Jacob van Es, los objetos representados también reflejan el auge de Holanda como potencia comercial mundial exportadora de bienes locales como pescado, queso y cerveza. La exhibición de productos locales pronto se vio sustituida por bienes de lujo que se convirtieron en motivos habituales de la pintura de bodegones: cristalerías o tapices del área mediterránea, especias o caparazones de exóticos animales marinos de la India e Indonesia o lujosas porcelanas chinas. El Bodegón con fruta, pastel y copas de Jan Davidsz de Heem exhibe con virtuosismo la alta cultura de mesa por medio de suntuosas vajillas y costosos bienes de importación. No es de extrañar que, en ese giro progresivo de la acaudalada clase media holandesa hacia el estilo de vida aristocrático, los bodegones incorporaran, en la segunda mitad de siglo, los motivos de caza. Bodegón con liebre y aves muertas del pintor de Ámsterdam Jan Weenix es un magnífico ejemplo de las pretensiones de la clase más pudiente. Historia La pintura de historia gozó de una especial acepción en el siglo XVII. Para poder reproducir temas de la Biblia, de la poesía antigua y también de obras literarias contemporáneas, los artistas requerían múltiples conocimientos de literatura e historia, así como habilidades propias de los pintores de bodegones y de paisajes. Todas estas destrezas tenían como objetivo que el espectador del cuadro pudiera comprender adecuadamente la acción representada. Los principios de la pintura de historia, desarrollados sobre todo en Italia, se resumieron en el Schilder-Boeck (Libro de los pintores), cuyo autor, Karel van Mander, también trabajaba como pintor de historia en Haarlem (Holanda). Un lugar destacado de la muestra ocupa David toca el arpa ante Saúl, del holandés Rembrandt Harmensz van Rijn. Si las pinturas de los llamados 'prerrembrandistas' se caracterizaban a menudo por un elaborado escenario y un complejo entramado de figuras, Rembrandt logró transmitir, más que ningún otro pintor de historia, los estados emocionales de los personajes, representando los momentos de máxima tensión de cada escena. Esta pintura refleja magistralmente la tragedia interior de Saúl, rey de Israel, representando el momento anterior a cuando, presa de los celos del joven pastor David, decide matarle con la lanza mientras éste toca el arpa. El número de ilustraciones de esta pintura y el número de copias que se hicieron posteriormente dan idea de la gran importancia y consideración de la que gozó por parte de sus contemporáneos. Otras piezas destacadas en esta sección son El rey David toca el arpa, de otro gran maestro de la pintura de historia, el flamenco Peter Paul Rubens, pintor de corte de los archiduques Isabel y Alberto, y creador de demandados cuadros históricos de altar de gran formato y de extraordinaria riqueza compositiva. Inicialmente esta pintura fue creada por Rubens como un estudio de la cabeza de un anciano -llamado por entonces tronie- preparativo para sus grandes pinturas narrativas. Tras la muerte de Rubens el cuadro fue sustancialmente modificado por uno de sus antiguos colaboradores de taller, Jan Boeckhorst, que añadió al lienzo las manos, el arpa, el manto brocado, el cuello de armiño y la cadena de oro, transformando el estudio en una representación del rey David tocando el arpa para glorificar a Dios. Paisaje La franja litoral desempeñó un papel importante en la Holanda del siglo XVII, ya que el mar aseguraba la economía de la República, gracias a la pesca y al comercio marítimo, pero al mismo tiempo suponía la amenaza naval, puesto que por mar llegaban las flotas enemigas. De ahí que las representaciones pictóricas de barcos que navegan por un mar tempestuoso o en calma se convirtieran en la principal demanda de la burguesía holandesa y flamenca de mediados del siglo XVII, por encima de los cuadros de historia, de género o de los bodegones, hasta el punto de que el paisaje fue considerado durante mucho tiempo como 'típicamente holandés', y todavía en la actualidad determina el concepto de 'Edad de Oro'. Las bellas marinas de Simon de Vlieger, como Fragata disparando salvas de cañón y balandro con mar en calma, y las de su discípulo Willem van de Velde son un buen ejemplo de ello. Pocos pintores holandeses de la época supieron captar la extensión del cielo y la vivacidad de las nubes de manera tan soberbia como el famoso pintor holandés Jan van Goyen, cuyos paisajes monocromos ocupan un lugar destacado en esta sección de la muestra. Desde mediados de siglo Van Goyen dio un nuevo y decisivo impulso al paisajismo, acuñando la imagen de la típica planicie holandesa e introduciendo los paisajes de dunas que alcanzaron con rapidez gran popularidad. La muestra también acoge extraordinarios ejemplos de vistas topográficas de ciudades representadas por los hermanos Job y Gerrit Berckheyde, que daban testimonio de actividad económica y bienestar. Paisaje fluvial con puente es un ejemplo relevante y de gran calidad de la obra temprana de Aelbert Cuyp, uno de los pintores preferidos de las clases distinguidas, que inundó el paisaje holandés con pastores, ganado y una luz dorada que le confirió un aire meridional. También el norte de Europa ofrecía motivos exóticos. Jacob van Ruisdael y Salomon van Ruysdael, que dominaron el arte de cargar sus representaciones paisajísticas con intensos ambientes de aspecto escandinavo, como se puede observar en el dramático Paisaje de bosque con cascada ante una tormenta en ciernes de Ruisdael o en el idílico Paisaje fluvial con transbordador de Van Ruysdael. La mayoría de los pintores holandeses creaban con frecuencia piezas de gabinete de pequeño formato, a menudo pintadas sobre planchas de cobre. Muchas pinturas adornaban las paredes de las casas burguesas de Holanda, pero las obras especialmente valiosas tenían su propio lugar: los armarios de gabinete diseñados al efecto y de los que las pinturas se extraían para su contemplación, o los llamados gabinetes de arte, con ricas decoraciones, que sólo se abrían a visitantes selectos. La exposición acoge en el centro de esta sección un pequeño espacio a modo de reproducción de uno de aquellos gabinetes de arte con una selección de estas piezas, que eran como auténticas joyas. Retrato Los retratos cumplían una función social en mayor medida que los cuadros de otros géneros puesto que representaban el estatus del personaje representado, así como sus vínculos sociales y familiares. Entre las particularidades de la pintura holandesa durante la Edad de Oro se encuentran los retratos de grupo, que reflejaban al individuo representado en base a su actividad, por ejemplo, miembros de las milicias civiles o del gremio de los cirujanos. Sin embargo, la mayoría de los retratos holandeses se hacían para el ámbito familiar. En el siglo XVII era habitual encargar retratos dobles (pendant) o réplicas de retratos con motivo de un compromiso matrimonial o una boda. Tras unos años de matrimonio, las parejas también encargaban retratos para reforzar su vínculo de forma visible y posteriormente se transmitían a los herederos, de modo que, con el tiempo, se formaban en la burguesía galerías de antepasados, en las que se podía ver la antigüedad de la familia y también su ascenso social y prosperidad. Dado que la demanda de retratos era amplia y continua, en cada ciudad había retratistas especializados. Esta sección exhibe obras maestras de dos de sus principales exponentes: Frans Hals, el retratista más famoso de Haarlem, que supo caracterizar sus modelos con pinceladas de efecto casi abstracto; y Rembrandt, el ambicionado pintor de historia que en la década de 1630 conquistó el mercado del retrato de Ámsterdam, experimentando con poses poco usuales. Entre las obras destacadas de este género se encuentran las damas anónimas tanto de Johannes Verspronck, compañero de gremio y probable aprendiz de Frans Hals, como de Nicolaes Maes, discípulo de Rembrandt y uno de los principales representantes de un nuevo estilo de retrato cortesano en los Países Bajos del norte. En Retrato de una mujer sentada en una butaca de Verspronck, puede apreciarse la atención y el esmero dedicado a los detalles ornamentales, mientras que el excepcional Retrato de una mujer con vestido negro de Maes, incluye una vista paisajística enlazando así con una tradición flamenca introducida por Anton van Dyck que representaba las ambiciones de los ciudadanos que anhelaban un estilo de vida aristocrático. Cabeza de un hombre barbudo en atuendo oriental del pintor de Leiden Arie de Vois, otra de las obras maestras de la muestra, es un ejemplo típico de tronie, un tipo de representación que cultivaron con maestría Rembrandt y Frans Hals, entre otros, en el que la individualidad del modelo se subordinaba al afecto expresado. Así como los retratos familiares solían reflejar el bienestar económico de la familia por medio de su atuendo o de interiores señoriales, los retratos de niños poseen un encanto especial ya que la representación algo rígida de unos adultos conscientes de su estatus social contrasta con el aire desenfadado y alegre de esas pinturas. El Retrato de Susanna de Vos, del pintor de historia de Amberes Cornelis de Vos, el único artista flamenco que se especializó entre los primeros años de la década de 1620 y 1635 en el retrato infantil, representa a la niña sentada en su trona y balanceando alegremente los pies mientras mira fijamente al observador. Pintura de género e interior Las pinturas de género ponen el broche de oro a la muestra de fondos de pintura holandesa y flamenca de la Edad de Oro en el Museo Guggenheim Bilbao. Los fumadores y bebedores -como ejemplos de vida depravada- son algunos de los motivos preferidos de la pintura holandesa de género del siglo XVII que gustaban coleccionar los prósperos burgueses que, tanto por su posición social como por su cultivada educación, se apartaban de estas conductas amorales. Como modo de representación más bajo, la escena y los protagonistas podían y debían resultar desagradables, por lo que a menudo los protagonistas de estos cuadros eran campesinos e individuos de los estratos sociales inferiores, siguiendo las reglas de la comedia. Un iniciador importante de la pintura de género fue Pieter Bruegel el Viejo. Por su parte, Adriaen Brouwer, que había trabajado temporalmente con Frans Hals en Haarlem antes de regresar a su Flandes natal, difundió estos ásperos temas tanto en el norte como en el sur. Campesino ebrio o la famosa El trago amargo, una obra de gran virtuosismo técnico que representa a un campesino de semblante desencajado, son ejemplos destacados de este género. Su fama en la época la atestiguan las múltiples copias pintadas y las reproducciones gráficas que se hicieron de la misma hasta mediados del siglo XX. En Amberes, David Teniers el Joven prosiguió la tradición familiar -se casó con la nieta de Bruegel- y, antes de emplearse como pintor de corte en Bruselas con el archiduque Leopoldo Guillermo, se dedicó de modo especial y preferente a pintar escenas de campesinos, ferias y tabernas. La exposición alberga algunas de sus obras más relevantes como Dos campesinos fumando junto al fuego de carbón o Fumador en la taberna. En Holanda se dedicaron a este género, considerado de baja categoría, sobre todo pintores de Haarlem, como Jan Miense Molenaer, cuya famosa obra Fumador con vaso de vino vacío, puede contemplarse en la muestra; Adriaen van Ostade, que introduce elementos de la pintura de pajares en este género, o sus discípulos Cornelis Bega y Cornelis Dusart. Es común a estos artistas una pincelada suelta, en la que los distintos trazos quedaban visibles. Esta manera algo 'tosca' y de aspecto desordenado parecía adecuada para los temas de bajo rango moral y social en los que Jan Steen, pintor nacido en Leiden y discípulo del paisajista Jan van Goyen, alcanzó especial maestría. En sus famosas obras Taberna con huésped y tabernera o El alquimista resalta los vicios y defectos de sus coetáneos con mordaz ironía y simpatía. Dama con copa de vino, de Gerard ter Borch, Una mujer poniendo la mesa de la cena, de Gerrit Dou, y Calderero romano, de Jan Baptist Weenix, así como la exquisita representación del ambiente interior doméstico Interior con pintor, dama leyendo y doncella barriendo de Pieter Janssen Elinga, son otros ejemplos destacados de obras maestras que acoge esta sección de la exposición. Espacios didácticos Así mismo, en diferentes espacios didácticos el visitante hallará herramientas educativas y soportes experimentales que le permitirán aproximarse a la exposición desde la perspectiva contemporánea de la cultura visual (factor que constituye el vínculo entre la programación artística de otoño), permitiendo al visitante adentrarse en aspectos particulares de la sociedad holandesa del siglo XVII así como conocer las importancia de la imagen en esa época y cómo ha evolucionado su estatus y percepción desde entonces hasta nuestros días. En este contexto, se presenta una proyección titulada Anacronismos, realizado especialmente para la ocasión por la prestigiosa teórica y crítica cultural holandesa Mieke Bal, en colaboración con la artista Michelle Williams. Este ensayo visual, que toma como punto de partida el largometraje Mère Folle, su más reciente colaboración, reflexiona sobre la continuidad y la discontinuidad en términos de visualidad que se han producido desde la Edad de Oro hasta nuestros días.
En octubre se presenta La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel, museo que alberga una de las mejores colecciones europeas de estos maestros. La muestra brinda la posibilidad de contemplar obras emblemáticas de este período, realizando además una interesante introspección en cómo la Edad de Oro promovió el desarrollo de nuevos géneros pictóricos y la redefinición de otros clásicos como el paisaje, el retrato, la naturaleza muerta o la pintura histórica, suponiendo una época de extraordinario interés historiográfico y artístico. Destacan obras de Jan Vermeer van Delft, cuya pieza El geógrafo (1668-69), sirve como punto de partida de la exposición, así como otras de Rembrandt, Peter Paul Rubens, Dirk Van Baburen o Frans Hals.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España