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Louise Bourgeois es hoy considerada uno de los maestros del arte del siglo XX tras su retrospectiva en el Museum of Modern Art de Nueva York en 1982. La crítica ha intentado desvelar sus estrategias creativas y formales, capaces de atravesar lo meramente autobiográfico hasta figurar un universo de correspondencias y asociaciones iconográficas, de manera que sus fascinantes imágenes despiertan emociones a menudo no mencionadas, prohibidas o reprimidas. Conocida por sus esculturas e instalaciones, la semilla de su trabajo es a menudo la escritura y el dibujo, formatos que conforman la presente exposición. El dibujo juega un papel esencial en los grabados, no sólo como punto de partida, sino como vehículo de transformación y desarrollo de sus iconografías. “Dibujo impulsivamente a cualquier hora del día o de la noche para exorcizar ... mis miedos, utilizo el arte como vehículo de descarga emocional.” L. B.

Esta colección, La Sage Femme (sage femme significa comadrona en francés), nos transporta a un territorio íntimo. Como ha indicado Rocío de la Villa en su texto de introducción al catálogo “Son imágenes ligadas a la memoria, al nacimiento, la infancia, el miedo, la vida doméstica, la maternidad, el deseo y el cuerpo. La sumisión y la rebelión, las emociones y su violencia. Imágenes que aluden al ciclo de la vida y de la muerte, pero también a la regeneración y a la paz finalmente conquistada. A sus noventa y seis años, Louise Bourgeois sigue afirmando que toda su obra se inspira en los recuerdos de las primeras décadas de su vida. No se trata de nostalgia, sino de una apertura presentida urgente y necesaria hacia las evocaciones que salen a su encuentro. Y es que la artista acostumbra a dibujar en su diario visual a la noche, ya acomodada en su cama, a veces presa del insomnio”.