Continúa con el legado de la pintura all-over de la Escuela de Nueva York, superando con su obra el expresionismo abstracto y acercándolo al pop más matérico, su obra se recrea en la densidad de la pintura y las resinas, modelando grandes masas pictóricas rebosantes que exceden el lienzo. Su proceso incluye otros tipos de elementos como confeti y collares, parte de un caos inicial que intenta equilibrarse y jugar con las distintas composiciones posibles. Sus cuadros son enérgicos y vibrantes. Como si de una celebración de la acción, la vitalidad y la festividad se tratasen, pone en valor la crítica estética camp o kitsch.