Descripción de la Exposición
Desde el 2 de diciembre del 2017 hasta el 2 de abril del 2018, Fundación Proa presenta Inoculación, una notable exhibición dedicada al trabajo público y de intervención social de uno de los artistas contemporáneos más célebres e influyentes del mundo, Ai Weiwei.
Curada por Marcello Dantas, la muestra reúne instalaciones monumentales, objetos, fotografías y videos de fuerte impacto político y simbólico, que brindan un amplio panorama de sus trabajos más icónicos y dan cuenta de la prolífica e intensa carrera del artista. Reconocido por documentar y reflexionar sobre las arbitrariedades políticas y sociales de occidente así como de su país de origen, su práctica artística se desarrolla en torno a la libertad de expresión, los derechos humanos y la explotación económica y ambiental.
En Inoculación Ai Weiwei reflexiona desde la biografía personal y da visibilidad a distintos problemas sociales que marcan las inconsistencias políticas y lagunas entre el sujeto individual y el sujeto colectivo en el mundo contemporáneo. El artista juega entre lo antiguo y lo actual, el pasado, el presente y el futuro, denunciando siempre desde una óptica crítica una relación ambivalente con su país dividida por un profundo sentido de identidad derivado del uso de materiales, imágenes y técnicas tradicionales de la cultura china.
Ai Weiwei entiende la totalidad de la arquitectura de Proa como espacio expositivo, eso incluye la vereda, la librería, y el café, creando una relación interesante entre la tradición y la modernidad. La monumental obra Forever Bicycles expuesta en la vereda de Proa el artista recontextualiza y desmantela un objeto cotidiano de china como lo es la bicicleta, y con ella metaforiza el cambio permanente de la cultura, su metamorfosis, ahora devenida en una estructura gigantesca de acero, luz y sombra.
Esta nueva exhibición en Fundación Proa ofrece una oportunidad única para el público de explorar el genio creativo de Ai Weiwei, generando un espacio para entender su narrativa personal y brindando una visión crítica de las relaciones ambiguas del artista con su nativa China, la política occidental y los autoritarismos, creando en esta conjunción de significantes un fuerte sentido de rebelión en sus trabajos.
Organizar una muestra de Ai Weiwei es sin duda una extraordinaria posibilidad de crear un momento, de crear una experiencia estética que nos propone mirar la realidad que nos rodea desde un ángulo familiar y al mismo tiempo inexplorado.
En el mes de agosto de este año, Ai Weiwei visitó Buenos Aires durante tres días intensos en los que recorrimos paisajes urbanos, el barrio de la Boca, el Parque de la Memoria, la Villa 31, y nos montamos en una barcaza del Riachuelo. Ai Weiwei estaba atento y muy silencioso, con la mirada puesta en nuestra ciudad, y también en su hijo y en su sobrino, que lo acompañaban. Era su primer viaje a Sudamérica, y mientras contemplaba, se mantenía simultáneamente conectado con el resto del mundo: contestaba llamadas, tomaba decisiones sobre sus muestras alrededor del mundo, y coordinaba el trabajo de sus equipos en Beijing y Berlín. El clima no nos acompañó: fueron días de lluvia intensa, sin la luz solar que tanto define el nombre de Buenos Aires.
El estreno de Human Flow en Cannes, concentraba mucho de su tiempo, como así también el proyecto de arte público que estaba por inaugurar en Nueva York. Me pareció que Sudamérica estaba lejos de sus pensamientos, a pesar de su presencia. Su insistencia en conocer Chile para visitar aquellos lugares donde su padre había estado y poder mostrárselos ahora a su hijo, aclaraban su mirada y lo llenaban de ilusión.
Comenzamos los trabajos de diseño de la exhibición con el curador Marcello Dantas, el equipo de Proa y los asistentes de Ai Weiwei. Al tercer día, luego de recorrer varias veces el espacio de Proa, decidimos el listado de obras. Digo decidimos, aunque debería decir decidió. El dominio de Ai Weiwei sobre el espacio expositivo y la arquitectura del lugar concluyó en una selección de piezas para las cuatro salas, además de la vereda, los espacios de la librería y la cafetería. Su apropiación del lugar nos hizo comprender su talento como arquitecto y valorar sus primeros trabajos en esa disciplina, como la construcción de su estudio, o sus colaboraciones con otros arquitectos para la construcción del “nido de pájaro” de las Olimpíadas de Beijing 2008, o su diseño de 2002 para el Parque Cultural Ai Qing, en la ciudad natal de su padre.
La selección de piezas da cuenta de su vasta producción artística. Podríamos decir que están representadas todas sus etapas, aquellas que atraviesan el arte y la política; la recuperación de la historia de China a través de sus íconos; también el trabajo con los materiales representativos de su cultura y la capacidad artesanal para producir obras. Las semillas, los cangrejos, los muebles, las fases de la luna y los taburetes, las vasijas y las obras en papel, nos muestran el detallado amor por la vida en comunidad y la recuperación del trabajo conjunto de personas anónimas que logran producir una experiencia estética.
Law of the Journey es una de sus obras más recientes que Ai Weiwei creó sobre el urgente problema humanitario de los refugiados. El artista decidió presentar por primera vez una versión de esa obra en nuestras salas, y para Proa es un orgullo poder exhibirla y así inaugurar su gira sudamericana.
“Forever” Bicycles, obra monumental construida con 1254 bicicletas, de 16 metros de largo por 9 de altura, está ubicada en la vereda frente a la fachada de la fundación, mostrando al Barrio de la Boca un ícono de la forma de vida y costumbres en China. Este gesto de Proa hacia el barrio apunta a poner a disposición del transeúnte casual, del paseante ocasional, de los niños, una de las obras más bellas construidas con objetos de la vida cotidiana. A la manera de un ready-made y en homenaje a la Rueda de la bicicleta de Marcel Duchamp, “Forever” Bicycles se convierte en un punto de encuentro entre el arte chino y el arte occidental; un puente entre los siglos XX y XXI; un eslabón que une culturas diferentes y una apropiación del objeto que en su multiplicidad nos propone una nueva mirada, una nueva abstracción, una nueva construcción.
Estas páginas dejan un sincero agradecimiento a Ai Weiwei, a la Embajada de Alemania en la Argentina, al extraordinario equipo de Proa y en especial al Grupo Techint, generosamente presente a través de sus empresas Ternium y Tenaris.
Un agradecimiento también al curador Marcello Dantas, quien propuso el término “Inocular” para denominar la exhibición, comentando que su etimología en latín es “en tus ojos”. Es probable que esta exhibición nos revele una nueva mirada sobre el presente y a los públicos de sus próximos destinos sudamericanos.
Actualidad, 28 nov de 2017
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