Entrevistas 25 may de 2010
por ARTEINFORMADO
Bajo el título de " Historias de España en la Colección De Pictura" se exhibe desde hace unos semanas en la Sala de Exposiciones de la Diputación de Huesca una muestra con obras de la " Colección De Pictura", cuyos fondos se mostraron por primera vez, en mayo de 2000, en la Sala de Armas de la Ciudadela de Pamplona. El psiquiatra, Javier Lacruz ejerce de copropietario -junto a Mariano Yera- y director artístico, y es el auténtico "alma mater" y su hacedor más visible. El núcleo duro de la colección se configura alrededor de la pintura española, desde la posguerra hasta nuestros días. Sus puntos fuertes son Tàpies, Saura, Millares, Arroyo, Gordillo, Equipo Crónica, Barceló, y un buen número de autores y obras que forman una de las colecciones más sólidas del panorama del coleccionismo español, porque -como señala Lacruz en sus respuestas a las preguntas de Gustavo Pérez Diez de ARTEINFORMADO- "antes que tener un mal cuadro de un artista no tengo nada. No es necesario. Eso de rellenar huecos es patético".
ArteInformado (AI): El estudio, el conocimiento, el compromiso, la pasión y la emoción son los mejores aliados de un coleccionista. Pero, ¿son el gusto personal, la disponibilidad del mercado y el poder adquisitivo, los que hacen que una colección se articule y tenga su propia coherencia interna?
Javier Lacruz (JL): Toda colección surge del caos, y no todas las colecciones logran salir de él. El proceso de construcción de una colección tiene múltiples derivas, pues es un corpus en constante movimiento (de creación-destrucción); en un nivel hay obras que entran y salen, y en otro están aquellas que son inaccesibles y aquellas otras que están por llegar. Lo interesante, pues, de una colección (lejos del tópico del coleccionista como sujeto obsesivo, acumulador, etc.) es su dinámica: una aventura que tiene que ver con la identidad del coleccionista. Además de psiquiatra y psicoanalista soy coleccionista y estudioso del arte (no me gusta la palabra historiador). Arte y psicoanálisis son dos buenos soportes vitales.
AI: Las obras de una colección desvelan detalles decisivos de la trayectoria vital, de la forma de estar en el mundo y del intento por comprenderlo de las personas que coleccionan o atesoran obras de arte. ¿Cuál es el origen de la "Colección De Pictura"?.
JL: Ciertamente, toda colección para serlo debe ser identitaria. Todo acto de creación -y una colección de cuadros lo es- tiene que ver con el sujeto que la hace. Nada que ver con ese delirio narcisita tan de moda del "coleccionista cuya colección es su autorretrato". Desde el feliz aserto de Marcel Duchamp sabemos que "el verdadero coleccionista es un artista al cuadrado. Elige cuadros y los cuelga de la pared. En otras palabras, pinta una colección". Entre sus muchos atisbos de lucidez, Duchamp supo ver al coleccionista como un artista.
El origen de la colección se cifra en la mirada ingenua de un niño que, durante la dictadura, se interesa por el arte abstracto. Que mira con atención a Picasso, Miró, Tàpies, Saura, Millares... mientras (y esto se olvida con frecuencia) oye cómo le dicen que eso no es arte, que pintan monigotes, que eso lo hace un niño... Nada traumático por otra parte, pues, sin conciencia de ello, mi identificación con la cultura no oficial era simplemente natural. Literalmente: yo dejé de ir al Pilar para acudir semanalmente a la sala Libros de Zaragoza (en la que expuso Saura por primera vez), donde don Víctor Bailo me introdujo en este mundo mágico. Con el tiempo hice mi pequeña colección y luego, de la mano del galerista Miguel Marcos aglutiné prácticamente toda la obra del grupo de Trama (Broto, Grau, Jiménez Losantos, Rubio y Tena), de cuya aventura por la pintura-pintura publiqué una monografía. Y de coleccionista pasé a ser también estudioso del arte. En esto me alío con Max Estrella cuando dice: "Tengo el honor de no ser académico".
AI: En 2000 la presentó por vez primera al público, y desde entonces, e incluso antes, las pinturas han sido cedidas para figurar en exposiciones importantes. ¿Es el compromiso social y el anhelo por compartir el conjunto reunido, algo necesario e imprescindible para usted? ¿Es para usted tan importante conformar una buena colección como hacer partícipes a los demás de la tenacidad, el esfuerzo, la pasión y el conocimiento que acompañan al proceso de crear una colección?
JL: Normalmente una colección de arte tiene una vocación social. El mostrar las obras -cada vez con un argumento distinto, en un nuevo emplazamiento, etc.- es una razón de ser de las colecciones. Compartirlas para recrearlas de nuevo, pues sin el espectador, sin público, una colección pierde su sentido. La razón de ser del arte es la itinerancia. Ir de mente en mente. A mí lo que me interesa es sentirme vivo. Y una forma de jugar, en su sentido más profundo, que es el vivir, es jugar con las obras.
AI: La Colección De Pictura, como su título indica, está centrada en la pintura; concretamente, en la pintura surgida en España tras la guerra civil, desde los primeros grupos de posguerra a nuestros días. ¿Porqué esa técnica, ese marco geográfico y ese límite cronológico?
JL: Todo tiene sus límites, la vida misma. Y los de la colección son límites naturales, los del arte que vi de pequeño, lo que no pude comprar en su momento... es una forma de pensarme de nuevo a mí mismo. Cada cuadro tiene una historia compartida detrás. Ahora acabo de comprar una menina de Equipo Crónica, del 71. Yo tenía 15 ó 16 años cuando expusieron en la galería Atenas de Zaragoza. Es parte de mi memoria histórica.
AI: ¿Existía en la mente de Javier Lacruz la "Colección De Pictura" desde mucho tiempo antes de la adquisición de la primera obra, como cuando visitaba galerías como la Galería Atenas en los setenta, y la Galería Miguel Marcos en la siguiente década?. ¿Qué papel jugaron en su primer ciclo formativo como futuro coleccionista?
JL: Ciertamente, los galeristas son decisivos en mi formación: Víctor Bailo de Libros en los 60, Antonio Fortún de Atenas en los 70 y Miguel Marcos en los 80, en Zaragoza. Luego ya es el salto a otros amigos: Antonio Machón, Soledad Lorenzo, Antonio Navascués, los Punto de Valencia, Gloria de la Prats de Barcelona, etc. Pero los errores y aciertos son siempre de uno. Al final uno es el que elige y decide.
AI: El proyecto de conformar una sólida colección de pintura española de la segunda mitad del S.XX, es una difícil tarea. ¿Cuentan ustedes con consejeros que les asesoren y les ayuden en la búsqueda de alguna nueva adquisición?
JL: Ahora ya no. Tenga en cuenta que, como estudioso del arte, conozco muy bien el arte de mi época. Además, he escrito otra monografía sobre Equipo Realidad, con la que he puesto en valor su obra. El Reina Sofía adquirió recientemente dos cuadros que localicé en Milán. Y preferí que estuvieran en mi segunda casa; lo mismo hice con el IVAM, donde presenté el libro. Ahora estoy terminando un libro sobre un psicoanalista inglés, Donald Winnicott, al que citan mal los popes (por ejemplo Kuspit) del arte contemporáneo. Ahora los modernos todavía están repitiendo las letanías de Benjamín, Lacan y Derrida.
AI: Uno de los límites a la hora de conformar una colección es el presupuesto para adquirir obra. ¿Cuentan ustedes con un presupuesto anual, o aprovechan cualquier oportunidad en el mercado sin fijarse en el presupuesto asignado para cada año?
JL: No, no funcionamos con un presupuesto, no es algo funcionarial, al menos no en nuestro caso. Lo hacemos en función de la obra, el momento, etcétera. Se parece más a la caza, a veces hay más piezas y mejores, o menos. Algo así...
AI: Su primera colección fue una de arte contemporáneo aragonés, que denominó "Colección Cerler". ¿Está aquí, en parte, el germen o el núcleo de la "Colección De Pictura"?. ¿Cuantas piezas conformaban dicha colección, y cuántas ahora conforman la "Colección De Pictura"?
JL: Aquello queda muy lejos, hasta para contarlo. Yo quería ubicar en el pirineo aragonés un pequeño museo de arte contemporáneo, ampliar la oferta cultural. No funcionó la idea. Si, claro, es el núcleo, el embrión de De Pictura. Puede parecer extraño o incluso paradójico, pero nunca se me ha ocurrido contar las obras; y es más, no pienso hacerlo. Una colección vale incluso por diez buenos cuadros, pongo por caso. Recientemente se exponen colecciones que son acumulaciones sin sentido y sin criterio. Yo, antes que tener un mal cuadro de un artista no tengo nada. No es necesario. Eso de rellenar huecos es patético. Todo esto no me interesa, habla de un coleccionismo como es, normalmente, el español. Poco profundo, o su reverso: pretencioso. Pour épater les bourgeois.
AI: Una colección como la suya, puede seguir creciendo. ¿Siguen ustedes comprando obras para la colección? Si es así, ¿qué prefieren el mercado primario o el secundario a la hora de adquirir un nuevo tesoro para su colección? ¿Tienen alguna fecha para cerrarla, o no se lo han planteado, siquiera?
JL: La colección lleva su velocidad de crucero. No hay prisas. Y menos por el arte emergente. Piense que conocemos bien los anos setenta, ochenta, etcétera. Podría dar listas interminables de artistas que podían ser o fueron y que ya no los conoce nadie, ni las hemerotecas. Prácticamente, hoy, a tiempo real, se sabe quien va a ser una calamidad. Lo contrario ya es más complicado. Toda colección tiene su final. Todos los días vuelven al mercado muchas (grandes) colecciones. Y eso es bueno: la regeneración del arte. Ahora se ha subastado la del norteamericano Crichton, y tenía una banderita de Jaspers Jhons, otra liga.
AI: Cuando alguien conforma tan sólidamente una colección como la de ustedes. ¿Se plantea en un futuro depositarla o venderla a una institución pública o privada?
JL: Sinceramente creo que siempre se piensa en el amparo de un museo. Ahora, eso debe estar latente, nunca debe quitar el sueño al coleccionista. Es patético verlos mendigar el amparo institucional. Ahora, venderla no, para nada. ¿Cómo iba a vender a una criatura mía? Quizá sea una medida del valor del coleccionista. O una tontería mía. En todo caso, la asumo como muy mía. La colección y la tontería.
Si usted me preguntase por qué, le diría que la colección es una puesta en juego de la vida. La vida hay que jugarla de alguna manera, con algún proyecto. Sí, jugar como los niños: que cuando juegan disfrutan. Pero el secreto es que para divertirse hay que jugar, como hacen ellos, muy en serio. Lo contrario de la vida no es la muerte, sino la no vida. El taedium vitae. El siglo XX fue el siglo de la depresión y de la angustia. El siglo XXI será el del aburrimiento, el de los muertos vivientes. Los que pasan por la vida pero la vida no pasa por ellos. Hacer una colección me permite jugar una partida plena de vida en mi vida.
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